21 de octubre de 2007

La sexualidad en la adolescencia

Especial de la Adolescencia.
Enviado por los Embajadores de Cuba Chaile López y Elsa Vargas.
Autor: Desconocido.
La Adolescencia y la Etapa crítica...

Adolescencia ¿Etapa crítica
Comienzo de una serie que va a recorrer los momentos más importantes de la adolescencia: el encuentro con la sexualidad, las transformaciones biológicas y psicológicas y algunas recomendaciones para educar la sexualidad en este momento de la vida, a partir de un estudio realizado por la Cátedra de Sexología y Educación Sexual, de la Universidad Pedagógica “Enrique J. Varona”.


La adolescencia transcurre, según la OMS, entre los 10 y 19 años. Sin embargo, hay quienes plantean que se extiende hasta los 23 ó 24 años, edad en que las muchachas y los muchachos terminan sus estudios universitarios y se insertan en la vida laboral.


Existe consenso en cuanto a que la primera parte de este período del desarrollo de la personalidad abarca hasta alrededor de los 15 años y recibe el nombre de adolescencia temprana y la siguiente, el de adolescencia tardía o juventud . Ambos períodos están íntimamente ínter conexionados, forman un sistema inseparable aunque, para su estudio, se divida en esos dos momentos.


La Dra. González señala que, de manera simplificada, se le suele designar como el tránsito de la infancia a la adultez, lo cual, sin dejar de ser absolutamente real no contempla toda la complejidad y magnitud de los cambios y las problemáticas por las que deben pasar los chicos y las chicas a lo largo de estas edades. La adolescencia es, en nuestro criterio —añade— la etapa de la vida de transformaciones más rápidas, profundas y radicales en todas las esferas (psicológica, biológica y social), solo comparable con la infancia temprana, donde, desde el nacimiento hasta los 36 a 40 meses, el infante se convierte de un ser totalmente desvalido, en un niño capaz de realizar por si solo, aunque naturalmente con la ayuda y apoyo del adulto, la mayoría de sus funciones vitales.


En la situación de los adolescentes, tanto mujeres o varones, el salto se hace mucho más agudo y riesgoso, si tenemos en cuenta que, al inicio de esta fase, se encuentran bajo la autoridad y el control absoluto de los mayores y que en unos breves años deberá desarrollar las competencias que les permitan autodeterminarse, tomar decisiones trascendentales para ellas, ellos y quienes los rodean, a fin de poder desempeñarse de manera independiente y responsable en la vida de pareja, familiar, laboral y social en general.


Es realmente importante hacer hincapié en esta cuestión del paso de la dependencia a la independencia por la que deben transitar los y las adolescentes, asunto que muchos padres y madres no hemos pensado en detalle y, sin dudas, esto, por si solo, hace compleja la situación. Por ello, acota la directora de CASES, que los adolescentes de ambos sexos, tienen el derecho de que se les prepare, se les abran los senderos para lograr el ejercicio de una vida rica, hermosa, plena de vivencias y experiencias, donde cada vez más dependan de sus propios esfuerzos, opciones y decisiones para las que deben tener en cuenta no solo sus intereses y necesidades sino, también, las de su contexto social.


En el II seminario colombiano “Sexualidad en la adolescencia”, realizado en l993, se planteó que la adolescencia es una faceta más de autodescubrimiento, de clarificación de la identidad y, lógicamente, de construcción y maduración. Mientras aprenden a conducir y manejar sus diferentes posiciones, es muy posible que se enfrenten a choques, confrontaciones, cambios de comportamiento y, sumado a esto, las pocas oportunidades que en ocasiones les ofrecen no sólo la familia, sino también, la sociedad. Por esta razón, suelen ser, muchas veces, censurados y sancionados socialmente. Calificados de improductivos, dependientes y desadaptados al medio.
Su nueva situación social, el conjunto de transformaciones internas y externas a los que están sometidos, suelen enfrentarlos a múltiples retos, desafíos; también a obstáculos y escollos generados, muchas veces, por los propios mayores, dificultades que deben vencer para arribar a una adultez responsable y feliz.

Los retos fundamentales que deben enfrentar y resolver los adolescentes para culminar con éxito el crecimiento y maduración a lo largo de estas edades, se refieren a tres esferas esenciales de la vida:

  • la profesional laboral
  • la ideológica, ética y social
  • de pareja y familiar


En condiciones educativas óptimas, desde el punto de vista psicológico, biológico y social, tanto chicas como chicos, acceden gradualmente a un conjunto de adquisiciones que los capacitan para este salto cualitativo en su existencia.


En el orden físico —manifiesta— en breve tiempo, adquieren la constitución y un conjunto amplio de capacidades y habilidades que los hacen aptos para asumir un desempeño más efectivo en su desenvolvimiento, en una variedad muy amplia y compleja de tareas y acciones que requieren de nuevas aptitudes corporales.


Desde el punto de vista intelectual, el pensamiento se hace cada vez más lógico y abstracto, reflexivo, lo que les posibilita explorar en lo más profundo de su intimidad psicológica, desarrollar su autoconciencia y autovaloración, y arribar a un conocimiento cada vez más objetivo de quienes les rodean y penetrar, progresivamente, en la esencia de su realidad circundante. De esta forma y paulatinamente —enfatiza— van conformado una cosmovisión, un conjunto de saberes, valores y actitudes hacia sí y su mundo que propicia su autorregulación más efectiva. Estos procesos estarán favorecidos por la riqueza afectiva y volitiva que alcanzan progresivamente en su vida psíquica. Ninguna de estas adquisiciones es ajena a la vida social y educacional en particular, son consecuencia y causa, a la vez, de los logros a que, en esta esfera, van arribando los y las adolescentes.


La especialista hace énfasis en este punto crucial: El sentimiento y la necesidad de independencia y autodeterminación que caracteriza el desarrollo de los y las adolescentes, los motiva a buscar la satisfacción de estas necesidades, fundamentalmente en el grupo de sus iguales y a poner ciertas "distancias" de la autoridad adulta. Puntualiza que son mecanismos indispensables para la maduración psicológica y social. Solo en la medida en que logren, poco a poco, ir dando (bajo la guía de los mayores, pero cada vez más por si solos), los pasos existenciales que les permitan adquirir los conocimientos, las capacidades, habilidades que los preparen para la vida autónoma, podrán acceder a la adultez.


Este sendero está colmado de vivencias muy enriquecedoras pero, también, suele estar minado de angustias, conflictos y contradicciones algunas intrínsecas, generadas por el propio desarrollo. Sin embargo, muchas de estas afectaciones están motivadas por las incomprensiones y el mal manejo de las personas encargadas de su educación. Estas personas suelen desconocer e ignorar las transformaciones y posibilidades esenciales de la etapa, anidan tabúes, temores, inseguridades con relación a ese "niño con apariencia y ansias de adulto" (así tienden a interpretar sus demandas), que los conducen a imponer regulaciones, represivas, a cubrirlos con un manto protector que no se aviene con sus nuevas necesidades y posibilidades y se convierten en un freno que engendra, no pocas veces, trastornos en su desarrollo.


Los estilos educativos autoritarios, el proteccionismo, la ignorancia o la negación de las naturales ansias de libertad y autonomía de estos chicos y chicas, les impide desplegar sus alas y emprender el necesario vuelo que los conducirán a vencer los retos y dificultades para alcanzar las mayores alturas en el crecimiento de su vida futura.


Los educadores tenemos que convertirnos en la guía que los ayude a alcanzar la madurez indispensable para que, finalmente, sean capaces de determinar por sí solos sus destinos existenciales, de trazar planes para el porvenir y convertirse en parte indispensable de las fuerzas transformadoras de éste en su vida personal y social.


La adolescencia constituye una fase indudablemente difícil, de gran vulnerabilidad, que requiere atención especial. Pero que, de ninguna manera, se debe considerar, por sí misma, como una etapa de crisis, rebeldía y rompimiento social; por el contrario, la propia historia del género humano demuestra que no han sido pocos los logros y triunfos, los aportes que ellos y ellas han brindado al crecimiento de la sociedad a lo largo de los siglos.



Entre nosotros: Frente a la orientación homosexual de los hijos


Muchos padres, ante la sospecha, o el hecho, de tener un hijo o una hija homosexual, se hacen múltiples preguntas en cuanto a la actitud a seguir frente a situaciones para las que no han sido debidamente preparados. Es importante aceptar y comprender la sexualidad de los hijos, porque ni la homosexualidad ni la heterosexualidad son fases temporales. Asesora: Dra Rosaida Ochoa (Directora, Centro nacional de prevención /VIH/SIDA)
Recientemente me llamó angustiada una amiga para solicitar ayuda porque su hijo le confesó que era homosexual, de ese intercambio surgieron varias preguntas cuyas respuestas son de interés para muchos y fueron respondidas por nuestra consejera, la directora del Centro Nacional de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual y SIDA.
¿Por qué tenía que decírmelo? ¿Por qué no lo ocultó, si yo no se lo pregunté?
Muchos padres piensan que serían mucho más felices si no lo supieran. Recuerdan la época en que no lo sabían como un pasado libre de problemas, al margen de la distancia que existía entre ellos y sus hijos durante todo ese tiempo. A veces queremos ignorar lo que ocurre o pensar esto se le puede pasar.
Es importante aceptar y comprender la sexualidad de su hijo o hija, porque ni la homosexualidad ni la heterosexualidad son fases temporales. Aunque hay personas que pasan por un período de experimentación, cuando alguien se decide a decir que es homosexual, no está pasando por una fase de prueba, ya lleva tiempo pensando y tratando de definir y aceptar su orientación sexual.
Nos refiere nuestra consejera que cuando un hijo o hija, revela voluntariamente su orientación sexual homosexual a sus padres, es que tiene mucha confianza en ellos. No debe defraudarse, ha sido muy valiente al comunicar algo que nuestra cultura machista a veces no lo entiende bien, ha demostrado que les tiene mucho cariño y les está pidiendo su apoyo.
Tengo otros dos varones heterosexuales. ¿Por qué este es homosexual?
Con frecuencia se piensa que una persona es homosexual porque hay una causa biológica, porque alguien lo convirtió en homosexual, porque está enfermo o por la crianza. Se han hecho varios estudios para tratar de encontrar las causas de la homosexualidad, algunos de ellos vinculados con la genética, pero, hasta el momento, no hay ninguna investigación que determine claramente la causa.
Las personas homosexuales provienen de todo tipo de familias, hijos únicos o no, con padres autoritarios o no, hijos menores, del medio, mayores; algunos tienen otros familiares homosexuales y otros son los únicos en la familia.
La homosexualidad es considerada a la luz de los conocimientos actuales como una orientación sexual. ¿Por qué tanta importancia por conocer la causa de la homosexualidad? ¿Cuántas veces se piensa en la causa de la heterosexualidad de los otros hijos? El amor que se siente por un hijo ¿depende de saber la causa de esta orientación sexual? Concentre su atención en qué necesita su hijo ahora, recomienda la profesora.
¿Debería ir a ver un psiquiatra o psicólogo?
Acudir a un psiquiatra o al psicólogo, por esta causa, es inútil. La homosexualidad no es una enfermedad que puede ser curada, es una forma de ser natural. Lo que sí puede ser beneficioso es el intercambio con expertos en temas familiares y orientación sexual, tal vez convenga hablar con alguien sobre sus sentimientos y conflictos internos. Puede que necesiten ayuda para mejorar la comunicación.
En cuanto a la preocupación de cómo será la reacción de los demás cuando se enteren o el temor al rechazo, la especialista nos plantea que es posible que esto ocurra, pero las actitudes hacia la homosexualidad van cambiando, las personas comienzan a valorar a los demás por sus cualidades, actitudes y comportamientos. Es cierto que cambiar cultura es un proceso lento, pero es por eso que este hijo o hija necesita de un ambiente en el hogar que respete la diversidad. Esto lo hará tener mayores fuerzas para enfrentar adversidades en otros medios.
Hablemos francamente: el encuentro con la sexualidad de los adolescentes
Son innumerables los mitos, tabúes, prejuicios y estereotipos sexuales que albergan y trasmiten a los adolescentes de ambos sexos las personas que les rodean. En esta ocasión abordaremos los preceptos erróneos que, en muchas ocasiones, albergan los adultos con relación a la sexualidad de chicos y chicas.
En artículo anterior, la Dra. González explicaba que si para los mayores se hace muy difícil comprender el salto cualitativo que en todas las esferas de su existencia deben dar los y las adolescentes, en tan breve espacio de tiempo, tradicionalmente les resulta mucho más difícil asimilar y propiciar las adquisiciones inherentes al área psicosexual de su personalidad.
Son innumerables los mitos, tabúes, prejuicios y estereotipos sexuales que albergan y trasmiten a los adolescentes de ambos sexos las personas que les rodean. Ilustremos algunos de ellos detectados en estudios realizados:
los adolescentes son niños con cuerpo e ínfulas de adulto.
son promiscuos sexuales.
los intercambios sexuales entre adolescentes son prematuros y afectan su desarrollo.
la masturbación y el autoerotismo son dañinos para su salud.
las relaciones coitales están bien para el varón pero no para la muchacha.
los juegos sexuales entre adolescentes de igual sexo expresan tendencias homosexuales permanentes e insuperables.
los adolescentes son incapaces de autorregular responsablemente su vida sexual.
los grupos de adolescentes solo sirven para despertar en ellos ideas y comportamientos conflictivos e inapropiados.
los padres deben controlar y dirigir rigurosamente las conductas sexuales de los adolescentes, especialmente las de las muchachas.
Estos son solo unos pocos ejemplos de la inmensa lista de preconceptos erróneos que alojan los adultos con respecto a la sexualidad de los y las adolescentes. Con más frecuencia de la deseada, sobre esta base suele organizar la familia sus influencias educativas.—comenta le especialista y agrega: De esta forma, se convierte, aún sin proponérselo, y a pesar de sus mejores intenciones, en la fuente de muchos de los conflictos y dificultades, de los trastornos que pueden padecer en estas edades.
No se percatan de que la urna de cristal en la que los trataron de preservar durante la infancia, se convierte en estrecha y asfixiante en la adolescencia, al surgir nuevas necesidades y posibilidades psicosexuales y de personalidad, indispensables para poder formar y ejercitar las competencias físicas y espirituales que los convertirán en un hombre o una mujer pleno, realizado.
La directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual recomienda la necesidad de conocer y evaluar con mayor objetividad la sexualidad de chicos y chicas. Según cifras establecidas, aproximadamente el 25% de la población mundial se ubica en las edades enmarcadas en la adolescencia. Estos jóvenes han adquirido la capacidad reproductiva, capacidad que suele ser mal manejada; con frecuencia no se les ha preparado para ser capaces de hacer un adecuado ejercicio de sus nuevas potencialidades sexuales, sin correr riesgos innecesarios. Tal capacidad física no implica en modo alguno capacidades psicológicas y sociales para enfrentar una maternidad o paternidad responsable y feliz.
Diversos organismos internacionales como el FNUAP y la OMS —añade la profesora— nos brindan datos elocuentes sobre su crecimiento y desarrollo en muchos países del mundo, y la presencia de trastornos, tales como: los embarazos, la maternidad y paternidad tempranas, la nupcialidad o las uniones consensuales sin la requerida madurez, los abortos, las relaciones coitales prematuras, las infecciones de trasmisión sexual y el SIDA, para citar los más comunes. No olvidar las consecuencias más o menos graves que para ellos y ellas, su familia y su contexto social entrañan estos fenómenos negativos.
¿Qué se puede hacer para que tales problemas no tronchen la vida de tantos adolescentes? Solo hay un camino acertado, comenta la especialista: La prevención y tratamiento de estos y otros trastornos solo son posibles a través de un efectivo proceso de educación y orientación que prepare a los y las adolescentes para gozar del derecho indiscutible de vivenciar y experimentar su sexualidad de forma plena y responsable, para enriquecer así su personalidad y toda su existencia individual y social.
Pero esto se dice fácil, le comento a la Dra. González. La situación se torna más compleja cuando analizamos que la propia familia no está preparada para asumir la responsabilidad de ser los principales educadores sexuales de sus hijos e hijas. Reconoce que para los adultos, quienes desde muy pequeños experimentan en carne propia el rigor de los prejuicios y estereotipos sexuales, resulta que todos esos mitos, forman, inconscientemente, parte de la cosmovisión de muchos de ellos. Es en extremo difícil, discernir qué es lo natural, apropiado e incluso necesario que, en materia de sexualidad, desarrollen y vivan nuestros hijos e hijas o alumnos adolescentes.
En próximos artículos la especialista de la Universidad Pedagógica realizará una breve descripción y análisis de las transformaciones y necesidades de la sexualidad inherentes a estas edades. La referida caracterización destaca las adquisiciones comunes, que en términos generales suelen presentar de forma típica la mayoría, no obstante, estos cambios sufren una particularización en cada ser humano que asume matices diferentes, únicos e irrepetibles, según su personalidad y su contexto sociocultural.
Si a partir de ésta o cualquier otra caracterización psicosexual del adolescente, nos trazamos como meta medir su desarrollo al aplicar la misma regla o norma, cometeremos la primera y más grave violación que nos conducirá al mayor de los fracasos, porque la sexualidad, al igual que toda esfera de la personalidad tiene un carácter individual, singular, e indispensable de tomar en consideración a la hora de organizar su formación y desarrollo.


Así crecen: Ese mundo tan adolescente


Reflexiones y comentarios sobre algunas manifestaciones de la erótica adolescente que no pocas veces constituyen para los mayores una gran fuente de preocupación, nos referimos a la naturaleza de los juegos sexuales que se establecen entre chicos y chicas del mismo sexo, punto poco abordado sobre la sexualidad adolescente.
La Dra. Alicia González Fernández, directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual de la Universidad Pedagógica “Enrique J. Varona”, refiere que no resulta extraño, incluso, según demuestran las investigaciones, es frecuente en todas partes del mundo, que en las etapas iniciales de la adolescencia, en que el erotismo, la libido de estos muchachos y muchachas no está aún orientada hacia un objeto definido hombre o mujer, encuentren una vía de expresión y satisfacción en los intercambios y jugueteos que casi siempre inocentemente se producen con estos amigos más íntimos de su mismo sexo.
A diferencia de lo que se suele considerar, estas prácticas ni son patológicas, ni expresan, en la mayoría de los casos, una tendencia homosexual. Son una forma más de ejercitar la función sexual, de orientar sus impulsos sexuales, aún no direccionados.
Como ha afirmado el conocido sexólogo español Félix López, el hecho de tener algún contacto homosexual en la adolescencia temprana o tardía, no significa necesariamente que la orientación del deseo sea o vaya a ser homosexual. Numerosos factores pueden favorecer este tipo de contactos sin presuponer dicha orientación sexual: falta de posibilidades de tener conductas heterosexuales, miedo a relacionarse con las personas del otro sexo, curiosidad por conocer el cuerpo del otro y otras tantas motivaciones.
Afirma la especialista que la práctica cotidiana demuestra que estas experiencias, si reciben una adecuada orientación psicopedagógica deben devenir, cuando llegue el momento propicio, en una relación heterosexual, y que de no ser así, es importante que comprendan que el homosexualismo siempre que se exprese de manera responsable, es una variante sana de expresión de los deseos sexuales.
En estas circunstancias, los y las adolescentes no deben ser culpados de nada, por el contrario, se les debe hacer conocer que esas conductas suelen ser transitorias y en la inmensa mayoría de los casos se traducen en un futuro, cuando encuentran la pareja idónea, en una relación mixta. Son las sanciones y los complejos de culpa que les inculcan los otros muchachos y los propios adultos los que los confunden y en ocasiones desvían sus tendencias sexuales reales.
Más adelante, la profesora de la Universidad Pedagógica esclarece que después de un período de juegos sexuales solitarios o de intercambios eróticos superficiales con sus amigos del mismo o el otro sexo, se comienza a consolidar la verdadera "necesidad o actitud de pareja", caracterizada por la búsqueda activa y vehemente de una persona con quien compartir los vínculos físicos y espirituales cada vez más complejos y profundos. Esto es propio de las edades finales de la adolescencia temprana y todo el transcurso de la tardía o juventud.
El proceso de desempeño y ejercicio de las funciones y capacidades de la respuesta sexual femenina y masculina, y el necesario acoplamiento que ella requiere para que tanto el hombre como la mujer logren alcanzar el clímax del placer físico y espiritual, tienen como preludio las prácticas que acabamos de explicar, pero para ambos llegar en un futuro a las cúspides del disfrute físico y la compenetración afectiva, requieren de una larga y progresiva fase de experimentación sexual que va de las formas más simples de intercambios eróticos a las más complejas.
La entrevistada, de larga trayectoria y experiencia en el campo de la educación sexual, hace énfasis en que el tránsito desde el autoerotismo, los enamoramientos platónicos hasta las uniones coitales debe ser un proceso paulatino, lento, gradual que puede ser comparado con el ascenso por una escalera, donde, el adolescente debe subir peldaño a peldaño, sin apresuramientos o saltos innecesarios, para arribar con seguridad y satisfacción a cada nuevo nivel, cada vez más pleno y mejor preparado, para que cuando alcance su destino, de la mano de su pareja, ambos puedan vivenciar todo el placer y la felicidad que una vida sexual madura y responsable les puede ofrecer.
Para que este nuevo vínculo enriquezca su sexualidad y nutra las restantes esferas de su vida, es necesario que aprendan a disfrutar de toda la hermosura y la dicha que les reporta la sexualidad compartida sin riesgos ni incertidumbres.
Cuando, por el contrario, y como le sucede a muchos chicos y chicas, su iniciación y desenvolvimiento sexual es prematuro y apresurado, al quemar etapas, ya sea por su preparación insuficiente u otros motivos como las presiones externas de la pareja y los amigos, o simplemente por curiosidad, esto suele traerles serias consecuencias en su desarrollo psicosexual que se traduce en los embarazos, la maternidad, los matrimonios precoces, los abortos, las disfunciones sexuales, entre otros frecuentes trastornos.
Al analizar otras aristas del asunto, expresa que las experiencias sexuales progresivas en la adolescencia son típicas, necesarias e inocuas en estas edades (cuando están bien orientadas), y tienen una función fundamental en el desarrollo y consolidación de los componentes psicológicos de la sexualidad: la identidad y el rol de géneros y la orientación sexoerótica y con ello el proceso de autoafirmación como seres sexuados.
El ejercicio del autoerotismo y de las formas iniciales de las relaciones de pareja, le permite al adolescente descubrir un caudal inagotable de potencialidades y posibilidades humanas ligadas a todos los aspectos de su sexualidad: no solo, ni principalmente, eróticos, sino también y en particular: espirituales, intelectuales, emocionales y sociales referidos a su personalidad y a los vínculos y relaciones con los otros y su mundo, procesos éstos que sientan las bases para la consolidación de su masculinidad o feminidad y el desarrollo de su autoestima.
Cuando el adolescente toma conciencia de los logros que en la vida sexual de pareja, familiar y social va alcanzando; cuando cada vez más se siente reconocido, respetado por sus padres y por los mayores y por sus coetáneos; cuando se sabe objeto de atracción física y de afectos y disfruta de los intercambios sexoeróticos; cuando descubre que puede, si se lo propone, penetrar en el mundo de los adultos y moverse cada vez con mayor soltura y seguridad entre ellos, entonces, como consecuencia de todo ello, se producirá un proceso de autoafirmación, que favorece y refuerza su autoestima.
No cabe dudas —refiere la directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual— que el proceso de desarrollo y afirmación sexual en la adolescencia, a su vez se traducirá directamente en la estabilización de su identidad genérica, de su autovaloración y autoconfianza como ser masculino o femenino, lo que le permitirá consolidar de manera más permanente sus formas particulares de expresarse como hombre o mujer (roles de género) y el sentido de sus impulsos sexuales hacia un sexo u otro (orientación sexoerótica).
La reafirmación y estabilización de estos componentes psicológicos de la sexualidad, como resultado del sistema de trasformaciones trascendentales psicosexuales y generales que se efectúan en estas edades, convierten a la adolescencia en un período sensitivo de la esfera psicosexual de la personalidad.
Quiere esto decir —aclara— que, de la forma en que transcurran las adquisiciones y cambios inherentes a la etapa dependerá, en gran medida, que en las edades sucesivas y en el resto de su existencia, el individuo, logre alcanzar la integridad en la calidad de sus expresiones y formas de realización como ser sexuado, como hombre o mujer pleno, en la vida personal, de pareja, familiar y social.
Esa frase, a veces formal, que repetimos los adultos sin atribuirle mucho sentido, sobre la adolescencia como el "tránsito de la infancia a la adultez", encierra una verdad incuestionable y contiene también una cantidad tan grande y profunda de transformaciones cualitativas y cuantitativas en cada una de las esferas de su vida, en especial en la sexual, que no solemos comprender y mucho menos apoyar y propiciar.
Lamentablemente, con frecuencia sucede lo contrario —enfatiza la Dra. Alicia González: Todo aquello que es natural y necesario en estas edades resulta sancionado, reprimido por muchos padres y educadores. La tendencia sexofóbica, mitificadora y tabúizante que tradicionalmente ha movido las normas morales educativas del género humano suelen exacerbarse en los métodos de control y represión de la sexualidad de los adolescentes, a fin de "preservarlos" de los daños que pueden acarrearles los intercambios sexuales.
Sus ansias naturales de independencia y libertad, su necesidad y su derecho de acceder paulatinamente a una sexualidad plena, libre y responsable encuentra, en un buen porcentaje de casos, la oposición de los modelos sexuales estereotipados, esquemáticos sin alternativas que les imponen todas las fuerzas sociales.
Estos modelos rígidos, polarizantes y discriminativos, se convierten en una camisa de fuerza que encarcela y reprime sus tendencias y aspiraciones personales más ricas y valiosas y los tornan en esclavos de normativas sin sentido para ellos, y como tal, desencadenantes de los más diversos trastornos y problemas sexuales y sociales no siempre factibles de superar.
En esas condiciones, la adolescencia se convierte en una etapa de crisis y riesgo, con muchas posibilidades de ser vulnerable a los "peligros" de la vida sexual. En tales circunstancias —puntualiza— el adolescente se enfrenta a un mundo de nuevas y más complejas necesidades, retos y obstáculos sin que desde las etapas tempranas y en especial a lo largo de estas edades se les haya preparado, al armarlos de las capacidades, los saberes, las habilidades, en fin, las competencias que le posibiliten integrarse de forma exitosa y satisfactoria, al universo de los adultos.
Para concluir nuestra consejera manifiesta que este es, precisamente, nuestro desafío como educadores y como padres y madres, convertirnos en su guía espiritual, en la fuente donde podrán, siempre que lo necesiten, beber de nuestras experiencias, sin que se les obligue a dejar de ser lo que potencialmente son, para reproducir mecánicamente nuestros modelos, no siempre acordes a sus tendencias y aspiraciones personales y a la época que les ha tocado vivir.


Eyacularquia y sexualidad: ¿un misterio para ellos?


Por: Chaile López Álvarez Asesor del Cenesex (centro nacional de educación sexual)
Los sueños húmedos y nuevas sensaciones sexuales placenteras sorprenden a muchos varones que llegan a la pubertad y la adolescencia

«Creí que sentiría algo en la primera eyaculación», dijo Ricardo, un adolescente de 14 años. «Pero de pronto un día me desperté con la cama mojada y no me había dado cuenta de lo que me había sucedidó».
También Joan, un joven quinceañero, se siente confundido: «Dicen que es normal que yo tenga esos sueños húmedos... y las reacciones de mi cuerpo, pero no se cómo hacer ni entiendo qué lo provoca».
«Me sentí muy bien cuando dormía, y al levantarme, la cama estaba un poquito mojada pero no se lo dije a nadie. Solo lo comenté meses después cuando hablaba con los amigos y nos contábamos algunas primeras experiencias», afirmó Manuel, otro adolescente de 17 años.
Más reservados a veces para tratar estos temas, los varones confiesan cierto recelo al hablar sobre sus inicios sexuales, ya sean los llamados sueños húmedos, la masturbación o el coito, pues según dijeron: «es un tema demasiado personal».
Para los «arriesgados» que accedieron a responder, esta primera respuesta sexual de su organismo fue vista como una marca, un indicio de que ya pueden ser padres y por tanto hay que cuidarse durante las relaciones sexuales.
Más de la mitad de los entrevistados aseguró desconocer lo que les sucedería en esa primera experiencia, pues sus padres no les hablaron mucho de esos temas, como tampoco les explicaron qué sucede con las muchachas en igual período.
La mayor fuente de conocimiento para ellos son los debates que realizan entre amigos, donde los más experimentados confiesan sus historias y los «novatos», se limitan a escuchar para el futuro.
Hay quienes lo vieron como algo normal que los convierte en «hombres». En este grupo están los que ya conocían del tema porque sus familias les habían comentado.



HOMBRECITOS CON MENTE DE NIÑOS


«Al entrar en la adolescencia los niños sufren transformaciones bruscas en su cuerpo. “De pronto” se hacen más altos, les cambia la voz, aparecen vellos en sus genitales y comienza una vida erótica activa que revela para ellos una conducta sexual y reproductiva».
Así explicó el: Dr Carlos Alfonso Bequer, psiquiatra y máster en sexualidad, quien describe la eyacularquia como un proceso donde el varón descubre en su cuerpo sensaciones sexuales placenteras y se producen los llamados sueños húmedos.
Comprendido por lo general entre los 10 y los 14 años de edad, este período se caracteriza por el desarrollo de nuevos comportamientos psicosexuales, que dan inicio a la adolescencia.
En este sentido, aclara el especialista que no se puede confundir pubertad con adolescencia. La primera define todas aquellas transformaciones anatómico-fisiológicas que producen a su vez una maduración biológica y reproductiva, que marca el inicio de la segunda.
Durante esta etapa comienza también el «sentimiento de adultez», o la necesidad de ser y comportarse como los mayores, de reproducir sus conductas y manifestaciones en general, y sexuales en particular, lo cual trae aparejado el desarrollo de intereses referidos a la pareja, la familia y la reproducción.
Los motores impulsores de estos fenómenos son el sistema endocrino y la hipófisis. En el adolescente se inicia una producción incesante de hormonas que actúan sobre las gónadas femeninas y masculinas.
Este dinamismo provoca una ma-duración anatómico-funcional que conlleva a la diferenciación secundaria expresada como menarquia en las féminas, y eyacularquia en los varones.
Otro punto interesante son los cambios emocionales que se producen. Los adolescentes desean estar en grupos, compartir esas nuevas experiencias, son más hiperactivos.
Rápidamente comprenden que la casi totalidad de las zonas de su cuerpo y en especial los genitales responden a estímulos físicos o psicológicos y entran en una fase de «experimentación sexual» caracterizada por el deseo intenso de disfrutar de la más amplia variedad de vivencias eróticas y espirituales.


EL PLACER SE DESCUBRE


«La masturbación en la adolescencia es un fenómeno normal y beneficioso. Con ella el adolescente aprende a conocer su cuerpo a partir de sensaciones muy placenteras. Comienza una maduración psico-fisiológica que fomentará las bases para conformar su futura pareja», afirmó el doctor Bequer.
Investigaciones a nivel mundial revelan que aproximadamente uno de cada tres adolescentes, en especial los varones, practican durante estos años la masturbación y otros juegos con zonas erógenas de su cuerpo.
En ocasiones los padres reprenden a los jóvenes ante estas conductas, ignorando que estas manipulaciones no solo son inocuas sino que constituyen un factor de aprendizaje en la sexualidad de cada individuo.
Durante el comienzo de esta etapa los impulsos sexuales suelen ser muy vehementes y el chico no está preparado o no puede aún acceder a los juegos sexuales de pareja, por lo que estas prácticas solitarias devienen vía de descarga de tensiones físicas y psicológicas acumuladas, que le permiten una relajación indispensable.
El autoerotismo es una etapa fundamental donde el ser humano aprende a conocer las capacidades erógenas de su cuerpo, ejercita y desarrolla la función del orgasmo y se prepara para el próximo paso: los vínculos de pareja.
LUEGO VENDRÁ LA PRIMERA VEZ
Algo curioso entre los varones es el alto valor que dan muchas veces a sus primeras relaciones sexuales. Para ellos este momento se convierte en una meta que marcará su aceptación y el reconocimiento ante todos de que «ya soy un hombre».
Aunque la edad promedio de iniciación entre ellos está alrededor de los 15 años, esto no significa una frustración para quienes, pasada esa edad, no han experimentado su primera relación.
«Este hecho no tiene fecha límite. Todos los seres humanos somos diferentes en cuanto a caracteres. Hay quienes son más tímidos y les cuesta más trabajo socializar y entablar las relaciones, pero ello no implica trastornos sexuales a largo plazo o ser menos hombres», destacó el doctor Bequer.
Sin embargo, quienes comienzan muy tempranamente tienen mayor riesgo de promiscuidad y por tanto de contraer enfermedades de transmisión sexual o embarazarse.
En estos casos es necesaria una correcta orientación preventiva pues los adolescentes tienden a ser inestables porque están en un período de descubrimiento y conformación de su personalidad y cambian constantemente de parejas.


CRECER SIN CENSURAS


Estilos educativos autoritarios, el proteccionismo, la ignorancia o la negación de las naturales ansias de libertad y autonomía, impiden una iniciación feliz en la vida sexual del adolescente.
El sentimiento y la necesidad de independencia y autodeterminación que caracteriza su desarrollo y lo motiva a buscar la satisfacción de sus necesidades entre sus semejantes son mecanismos indispensables para su maduración psicológica y social.
Solo en la medida en que logren dar poco a poco aquellos pasos existenciales que les permitan adquirir los conocimientos, capacidades, y habilidades que lo preparen para una vida autónoma, podrán acceder plenamente a la adultez.
¿Existe la homosexualidad en la infancia?
Por Antonio Medina
Pero si este estereotipo no es el “correcto”, estamos fuera de los parámetros impuestos por la cultura y, por lo tanto, seremos inadaptados y traeremos un signo que nos estigmatice y nos haga vulnerables a la violencia y el rechazo.
La homosexualidad en la infancia es muy poco estudiada. En las referencias bibliográficas regularmente se habla de sexualidad infantil, pero es difícil encontrar un apartado que sea específico y contundente, por lo que recurrimos a algunos especialistas de la sexualidad para conocer más de este controvertido tema.
El testimonio
“Los hombres son feos, fuertes y formales”, fue el consejo que le dio su papá a Pepe desde pequeñito. Cuando iba en segundo de primaria, su padre le decía: ¡Qué paso, hijo! ¿Cuántas novias tienes? ¿Juegas con sus “cositas”?
Pepe sabía a qué “cositas” se refería su papá, pero siempre le respondía que sí, ya que al escucharlo el señor mostraba satisfacción. Pero las “cositas” con las que Pepe jugaba no eran las que el papá creía, sino las Barbies rubias que compartía con sus amiguitas en el recreo.
Después de haber sorteado muchos problemas con sus compañeros de primaria por ser “mariquita”, Pepe se enfrentó a un gran reto: el amor por su amigo Rafael, quien le había ganado a todos en las peleas del recreo. Rafa fue el único amigo de Pepe hasta quinto año y quien lo defendió de los agresores.
Pepe sentía algo muy especial por Rafa. No era el agradecimiento por las apoteósicas riñas que sorteó por él, sino sus ojos verdes y su piel apiñonada, que le provocaban un vacío en el estómago y que no comprendía.
Rafa se cambió de escuela y Pepe tuvo que enfrentar solo a tres niños que lo atajaron afuera de la escuela, le quitaron la mochila, lo aventaron al suelo, lo patearon, lo golpearon y uno de ellos le enterró un lápiz entre las nalgas. Pepe permaneció tirado unos minutos sin percatarse que había sido observado por varios de sus compañeros y algunas mamás que, como ahora piensa José, “hicieron caso omiso por tratarse del mariconcito repugnante”.
Se fue a casa. se quitó el uniforme, se cambió de ropa e intentó borrar la sangre y el lodo de la vestimenta escolar. De la herida de lápiz, que por suerte no fue profunda, no quiso saber más y se aguantó hasta que el dolor fue desapareciendo con los días.
Esa tarde lloró y lloró, no sólo por lo que le había pasado, también por la ausencia de su amigo Rafa. Tuvo mucho miedo de saber que en la secundaría se iba a enfrentar con otros niños más grandes que los de la primaria.
En ese mar de angustias e incertidumbre, su mamá irrumpió en su cuarto y le preguntó: ¿Por qué estás llorando? Pepe respondió de manera torpe y con los ojos hinchados... “Ah, bueno... es que estoy muy triste de que ya no voy a ver a mis amigos de la primaria”.
Con un gesto de comprensión y convencida de que su hijo estaba en una etapa natural de nostalgia por el cambio, solo le respondió: “¡Ay mi amor, no te preocupes! La secundaria es más bonita que la primaria. Ya verás que ahí también vas a tener muchos amiguitos y hasta novias. ¡Ya verás…!
Quince años más tarde, José Ángel explica a Homópolis que sin duda ya sabía que no era como los demás niños, que tenía una forma diferente de ser y de sentir, aunque no podía precisar exactamente qué era. Lo que sí sabía era que por ser así, su papá y su mamá se enojaban mucho y que los demás niños no lo querían y por eso lo agredían.
La orientación sexual está del ombligo para arriba Los niños exploran su cuerpo, juegan con él y sienten placer, pero además se enamoran. La orientación sexual no tiene nada que ver con la genitalidad, sino con el enamoramiento y la atracción. Una persona puede no haber tenido relaciones sexuales, pero eso no impide que sepa si le gustan hombres, mujeres o ambos.
La orientación sexual está del ombligo para arriba, afirma la sexóloga Rinna Riesenfeld , autora del libro “Papá Mamá, soy Gay”, quien señala que l a inmensa mayoría de la gente descubre su orientación sexual a edades muy tempranas. Inclusive, señala, ya tienen prácticas sexuales, pero no con la genitalidad con la que la concebimos los adultos, sino a manera de juego con otros infantes.
No se ha comprobado si la homosexualidad es genética, pero es un hecho que no “se pega”. Entonces ¿De dónde rayos aprende un niño a ser homosexual, si todo su entorno está encaminado hacia la heterosexualidad (la escuela, la familia, lo que ve en la televisión)? ¿Dónde lo aprendieron?
En ninguna parte, responde Rinna Riesenfeld, quien agrega: “El sentimiento está ahí. Nuestro problema es que tratamos de reprimir la experiencia humana. Si en lugar de reprimir, tratáramos de entender, saber de qué se trata, podríamos aprender más y vivir mejor”.
Invisible, la homosexualidad en la infancia No hay ningún elemento durante la infancia que pudiera ser evidencia de que un niño o niña pueda ser homosexual en la edad adulta. Muy probablemente, la preferencia homosexual (y para tal caso la bisexual y la heterosexual) se define en un periodo perinatal. Hasta ahí llegaron las investigaciones de Bell y Weinberg.
Estudios posteriores dicen que hay un factor constitucional, original, que al nacer ya nos predetermina a ser “buga”, “bi” u “homo”, pero no niegan la influencia social. Un(a) niño no sabe si es gay, no lo puede procesar, pero la gente de afuera tampoco lo sabe. Por eso, el tema de la homosexualidad infantil es invisible y, hasta hoy, no podemos hablar de niños o niñas homosexuales.
Juan Luis Álvarez Gayou, director general del Instituto Mexicano de Sexología, asegura que no existe ningún factor determinante para saber si un niño es homosexual o no, o si en el futuro lo será.
Subraya que si bien existen niños determinados para ser homosexuales, que se van a manifestar como tales de adultos, no hay modo de definirlo.
Si la creencia generalizada es que los niños homosexuales son amanerados, pues sí, los hay, pero no necesariamente son homosexuales o no necesariamente lo serán en la adultez.
Al parecer, puntualiza, la preferencia sexual parece indicar que está predeterminada. Los estudios sobre la genética se encaminan en ese sentido, aunque aún no se puede constatar al cien por ciento. Lo que sí podemos asegurar es que la influencia sociocultural no cambia la preferencia.
Indefensión, vulnerabilidad y violencia La violencia hacia los niños con comportamientos genéricos contrarios a lo socialmente establecido es mayor a la que se ejerce contra los menores que presentan “conducta heterosexual”.
Juan Esteban, de 11 años, fue golpeado por su tío Manuel, de 23, por haberle dicho que le gustaban más las telenovelas que el fútbol. “Me sacó de quicio, no resistí más y me lo madrié. Me dio mucho coraje ver que ya desde chiquito anduviera de pinche joto”, dijo el tío.
El menor perdió su ojo derecho como resultado de la golpiza. Casos como éste son muy comunes, pero las denuncias son apenas un tímido reflejo de la realidad, ya que la gente no demanda por vergüenza y prefiere acallar la situación a pesar del dolor y trauma del infante, afirma Bárbara Illán, directora de la oficina de Atención a Víctimas de Delito de la Procuraduría General de Justicia del DF.
Juan Luis Álvarez Gayou considera que a los niños “amanerados” y a las niñas ‘machorras' se les debe ayudar a adquirir estrategias de defensa que les permita enfrentar las agresiones de su entorno.
Para ello sugiere la educación de la sexualidad, que no es sólo hablar de los aparatos reproductivos o de cómo se hacen los bebés. “Es hablarles de cuatro valores básicos: diversidad, respeto, responsabilidad y amor”, enfatiza.
El tema de la sexualidad infantil y, específicamente de la homosexualidad, requiere de más estudio y sensibilización hacia maestros, padres y madres de familia, ya que su incomprensión es motivo de rechazo y violencia contra los menores, lo que repercutirá en su sano desarrollo, autoestima, seguridad y confianza durante su vida adulta.
“Cuando aprendes a vivir con la desconfianza de que los demás te van a rechazar por ser amanerado, aprendes también a defenderte y a sobrevivir. Por eso, los niños que llegan a adultos homosexuales con una vida equilibrada y funcional, luego de haber sido agredidos, son sobrevivientes.
“Yo me considero así y ahora me valoro, me quiero y no acepto que nadie me discrimine ni me haga daño, ya sean familiares u otras personas”, concluye José Ángel, químico fármaco biólogo de 26 años, quien junto con Alejandro, su pareja, fue becado por el Conacyt en la Universidad de Berlín, Alemania.
Conocer más a nuestros hijos
Dos libros imprescindibles, Mensajes a los padres (es su cuarta edición) y Los niños enseñan, de la reconocida psiquiatra infanto-juvenil Elsa Gutiérrez Baró, acaban de entrar en circulación, ambos publicados en la Colección Guía para la Familia de la Editorial Científico-Técnica.
Esta edición de Mensajes... actualizada por la autora y en la que aparecen dos nuevos capítulos, La adopción y Homosexualidad, va dirigida al enriquecimiento cultural de los padres que tienen que enfrentar, con seriedad, firmeza y amor, la formación de los hijos.Las situaciones que surgen con frecuencia en las relaciones entre padres e hijos en el seno familiar, y también en el contexto social, son abordadas con amenidad y sabiduría por la profesora Gutiérrez Baró, directora de la Clínica del Adolescente, quien revela que después de escuchar, durante más de 40 años las quejas, confidencias y reflexiones acerca de lo que sienten y tienen que enfrentar las personas en esta vida, "pocas cosas me causan asombro".Nada esencial escapa a la mirada escrutadora de la científica cubana: desde el tema de la familia, el juego, los hermanos, la disciplina y la autoridad, la importancia de la confianza y el respeto mutuos, hasta la escuela, la sexualidad infantil —¡ni cigüeñas ni París!; de su mamá—, la adolescencia, el amor, entre otros,Por su parte, Los niños enseñan recoge diez historias reales de niños y adolescentes enfrentados a diferentes avatares y adversas circunstancias, y nos muestra cómo la comprensión y ayuda oportuna de los especialistas son capaces de transformar el rumbo de esas vidas y las de sus padres.En el prólogo de esta obra se subraya cómo la labor terapéutica de la autora hace aparecer, tras cada una de las historias contadas, el mal funcionamiento y la violencia familiar, la falta de atención o de amor, la incomprensión y la mala comunicación con nuestros hijos.La lectura de Mensajes a los padres y Los niños enseñan nos sumerge y hace vivir en el mundo infantil y del adolescente, y nos convoca sobre todo a reflexionar para que no nos ofendamos ni molestemos, sino conversemos con ellos y los ayudemos, cuando los veamos tristes o deprimidos, o se muestren irritables, retadores y desconsiderados...

4 comentarios:

Quintero Luis dijo...

Muy interesante, Felicitaciones por lo que e podido leer es muy buena su investigación.. Suerte...

Fundación Santa Lola dijo...

Saludos.

Muchísimas gracias por tus palabras. Ojalá sigas en contacto con nosotros. Mensualmente tendremos publicaciones y un sinnúmero de actividades y aplicabilidad para los niños, niñas y adolescentes.

Un abrazo.

PAULA BIBI dijo...

Los felicito, tienen una excelente página y personalmente me ha sido de gran ayuda, a despejado todas mis dudas y me ha dado mucha tranquilidad, ya que tengo una niña en edad preescolar y me tenia seriamente preocupada el tema de las masturbación.
Dios los bendiga, hasta pronto.

Fundación Santa Lola dijo...

Saludos Paula.

Nos es grata la noticia de que le hemos podido ayudar a despejar sus dudas.

Por este medio queremos agradecerte en confiar en nosotros y que cada mes postearemos temas de importancia extrema.

Un abrazo.