24 de octubre de 2007

Prólogo de Banco de Información

Educación Sexual
¡Es Hora!
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Desde la más lejana antigüedad y hasta nuestros días el tema universal del amor y el sexo ha gozado la predicción de grandes poetas y artista, en su obras reflejan las problemáticas de la esta faceta de la actividad humana.

En el arte escultórico, por ejemplo se encuentran representados con frecuencias los ritos y costumbres sexuales propias de cada cultura.

En la época contemporánea, las cuestiones relacionadas con la sexualidad, ocupan cada vez mas el interés de los científicos, siendo sus estudios abordados multilateralmente.

En la actualidad el hombre a sufrido cambios tanto alrededor de él, como en el medio ambiente y las ciencias en su avance, la sexualidad se ha venido declinando poco a poco desde la llamada revolución sexual en los años 50 de la década pasada, así para que esto no sucediese se han destacados grandes pioneros de las investigaciones referentes a esta faceta humana que han contribuido a ir disminuyendo en cada cultura o nación los mitos y tabúes referentes a la sexualidad humana. Entre estos investigadores y científicos e incluso sus publicaciones a desarrollar la sexualidad como una faceta más del ser humano no de la forma reproductiva si no basado en los principios éticos, las buenas costumbres, la felicidad entre ambos, la moral sin tabúes, en fin una sexualidad responsable feliz y sana.

Para ello contamos con a la gran ayuda e importancia para la formación del hombre en la sociedad, la familia y los padres, con la participación de ellos desde el nacimiento se les aporta un nivel de información que les pueda contribuir al apoyo, el amor,la comprensión, la integralidad y contribuir a educar una sexualidad sana, responsable y feliz.


Sin más con saludos cordiales.

Sr: Chaile López y Sra: Elsa Vargas
Embajadores de Fraternidad en Cuba, Especialistas en sexualidad.

21 de octubre de 2007

Los Seres Sexuados

Explicación de Chaile López,
Embajador de Fraternidad de la Fundación Santa Lola, Cuba,
Especializado: Educación Sexual.
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Sabemos que desde el momento del nacimiento del niño comienza la formación de la personalidad y la esfera psicosexual.

El punto de partida que tiene el niño para tomar conciencia de sí y autoevaluarse como ser sexuado, es el conocimiento de sus genitales y la significación social de estos en cuanto a los roles reproductivos y sexuales como mamá o papá, que son los modelos de identificación más cercanos para él.

No obstante la ignorancia y los prejuicios e muchos padres, los conducen a atribuir una connotación especial negativa a los órganos sexuales, privando al niño de su adecuado conocimiento y valoración. Esto conlleva a las:

Etapas del desarrollo psicosexual:

Las teorías psicoanalíticas se refieren primordialmente, al desarrollo emocional del niño, pero han puesto poca atención en los aspectos cognoscitivos, perceptibles, lingüísticos, o del desarrollo comportamental del niño.

Freud llamó psicosexuales a sus etapas de desarrollo debido a que les asigna un papel preponderante a los instintos sexuales el la formación y desarrollo de la sexualidad, para él el mejor camino para entender el significado de la sexualidad, particularmente en la infancia y en la niñez, es compararla con cualquier placer sensual. El desarrollo de la personalidad consiste en el desenvolvimiento o despliegue de los instintos sexuales. Al principios esos instintos están desplegados pero gradualmente se integran y centran en el acto sexual maduro, con base en las zonas del cuerpo que se vuelven focos de placer sexual Freud definió sus etapas: oral, anal, fálica y genital. Entre las dos últimas etapas existe un período de latencia que no es una etapa de desarrollo psicosexual. El primer año y medio es la etapa oral, de los 18 meses a los tres años aproximadamente es la etapa anal, de los tres a los cinco-seis años es la etapa fálica; de los seis a los 12 años es el período de latencia. Por ultimo, en la pubertad el niño alcanza la etapa genital que continua hasta la edad adulta.
La etapa oral
La etapa anal
La etapa fálica
Periodo de latencia
La etapa genital.

La masturbación en Preescolares

La Masturbación en Preescolares
Autor: Desconocido.
Embajada de Fraternidad en La Habana, Cuba.
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La masturbación es la autoestimulación de los genitales por placer. Es algo más que la inspección normal de los genitales que realizan casi todos los niños en el baño, que puede comenzar desde que el niño es capaz de agarrar objetos (hacia los 5 ó 6 meses) y que es muy frecuente hacia los 2 años de edad. La masturbación, que es una actividad normal y frecuente en los niños, puede practicarse a cualquier edad, pero es muy rara antes de los 6 meses. Los más pequeños frotan sus muslos uno contra otro, con movimientos rítmicos de las caderas cuando está boca arriba o moviéndose sobre las manos o las rodillas cuando están boca abajo. Un poco más tarde pueden aprender a frotarse contra algún muñeco, el brazo de un sillón, etc. La manipulación rítmica de los genitales con la mano no se suele producir antes de los 2 años y medio. La frecuencia con que un niño se masturba puede variar, por ejemplo, entre varias veces al día o una vez a la semana, pero es más frecuente cuando el niño se va a dormir, está aburrido o viendo la televisión o si está sometido a algún tipo de estrés.

En cualquier caso, durante la masturbación, el niño puede parecer ensimismado, acalorado y sudoroso, con movimientos rítmicos de la cabeza o extremidades y al concluir puede quedar agotado, lo que en algún caso ha llevado al error de diagnosticar el episodio de ataque epiléptico.
¿Cuál es la causa?

La masturbación esporádica en niños preescolares es una conducta normal. Hasta un tercio de los niños de esta edad descubren la masturbación mientras exploran su cuerpo. La mayoría continúan masturbándose simplemente porque les gusta, aunque algunos pueden hacerlo de forma más frecuente si tienen algún problema o si se les castiga o presiona para que dejen de hacerlo.

No hay causas médicas. La irritación del área genital puede producir dolor e inflamación, pero es más probable que sean consecuencia y no causa de la masturbación.

¿Cuándo dejará de hacerlo?

Una vez que el niño ha descubierto que la masturbación le proporciona placer, no hay que esperar que deje de hacerlo de forma inmediata. Además, si no se le reprende lo hará abiertamente. Hacia los 5 a 6 años es muy probable que disminuya su frecuencia o, por lo menos, que lo haga de forma más reservada. Más tarde, en la adolescencia, la masturbación es casi universal, en relación con los cambios hormonales y el inicio del deseo sexual.

¿Qué le pasará si se masturba a menudo?

Aparte del placer que le proporcione al niño, nada. No le provocará ningún daño corporal o psicológico. Que el niño se masturbe no va a alterar su orientación sexual, no va a hacer que sea promiscuo y, por supuesto, no tiene ninguna relación con la epilepsia.

Como padre, ¿qué puedo hacer?

Si consideramos que casi todos los niños más tarde o más temprano se masturban y que lo hacen porque realmente les gusta, no habría que hacer nada, salvo dejar al niño tranquilo. Conviene tener claro que aunque los padres lo intenten, no van a conseguir que deje de hacerlo de forma inmediata. Así que habrá que aceptarlo como lo que es: una situación normal. Las reprimendas, castigos, etc. pueden tener un efecto negativo, porque pueden reforzar esa conducta.

Si cree que la masturbación puede tener relación con el aburrimiento, puede intentar mantenerle ocupado con actividades que le atraigan. Probablemente, habrá que ser aún más tolerante cuando la masturbación se produzca en los momentos de descanso: en la siesta o al irse a dormir por la noche. Si lo que preocupa es que lo haga delante de otras personas, puede recomendarle que lo haga en su habitación o en el baño. Si lo hace en sitios públicos, como el colegio, conviene comentárselo a los profesores para que procuren mantener su atención en la clase y eviten regañarle en público.

¿Cuándo debo acudir al pediatra?

En contadas ocasiones, la masturbación estará relacionada con situaciones de estrés del niño o, incluso, abusos sexuales por parte de adultos. En esos casos, no dude en consultar a su pediatra o enfermera

Mitos y Tabúes, sobre la Sexualidad

Mitos y tabúes en la sexualidad humana
Equipo de trabajo: Chaile López, Elsa Vargas Oviedo, Patricia Lopez
Dr: Geraldo Coll
–Master en Sexualidad.

Resumen

Se realizan consideraciones muy generales sobre el origen de los géneros y cómo esta formación favorece la presencia de mitos y tabúes en la expresión de la sexualidad de la pareja humana.

SEXUALIDAD; TABU; PAREJAS SEXUALES.

Pretender interpretar la evolución de la sexualidad únicamente desde el ángulo biológico es asimilar una sola arista del problema y sabemos que hay múltiples factores de toda índole que interfieren en esta. En el seno de nuestra sociedad el sexo no es solo la capacidad de reproducirse, es también una capacidad social de atracciones, uniones de interacciones organizadas y que pueden llegar a ser un factor de desigualdad. La sexualidad encierra en su núcleo a nuestra identidad, nuestra individualidad, nuestro género, nuestro ser.

Uno de los grandes obstáculos que encontramos para la compresión de nuestra sexualidad, es darnos cuenta de que estamos marcados por las actitudes de las sociedades pasadas respecto al sexo;1 por ello, para la compresión de las dificultades actuales en torno a la sexualidad es importante revisar y analizar nuestro pasado histórico.

Desarrollo

Hace más de 500 años se conoce que ya la mujer era considerada como pertenencia personal, destinada a propiciar placer sexual y a funciones de reproducción, mientras que los hombres tenían derecho a practicar relaciones sexuales con varias mujeres y el sexo para ellos era considerado como una realidad más de la vida cotidiana. Con la aparición del judaismo (en el antiguo testamento, fuente originaria de la ley judía) se prohíbe el adulterio, la homosexualidad, etc, aunque en la antigua Grecia había tolerancia a ciertas formas de homosexualidad, pero las mujeres seguían siendo consideradas ciudadanas de segunda categoría. En Atenas, por ejemplo, estas carecían de derechos legales y políticos en la misma medida que los esclavos, eran consideradas las portadoras de hijos. Con el surgimiento del cristianismo la Iglesia manifiesta también sus negativas posiciones en torno al sexo.1

En algunas culturas orientales (china e india) se toma una posición más positiva en torno a la sexualidad, pues el sexo no era un hecho que inspiraba terror, ni se conceptualizaba de pecaminoso, se estimaba como un acto culto y de veneración.1

Con estas raíces como inlfuencia se van formando los géneros (construcción social que conceptualizaba lo masculino y lo femenino), y a punto de partida de ello se le asignan roles a cada sexo, que es lo que se espera socialmente que cada sexo haga. De igual manera empiezan a surgir los estereotipos sexuales (mandatos de obligatorio cumplimiento en torno a la sexualidad).

De igual forma, y desde lo social con raíces en el pasado, se empiezan a formar mitos, fábulas, ficción alegórica a un tema y tabúes -algo que no se puede hacer o lograr- en torno a la sexualidad y al desempeño sexual de cada sexo, los cuales llegan aún hoy a nuestros días y mediatizan de forma negativa el disfrute de la sexualidad y marcan definitivamente el comportamiento sexual humano.

Analicemos por separado a hombres y mujeres, pues hay diferencias en los mitos y tabúes encontrados según el sexo y consideramos que aún antes del nacimiento ya se empiezan a gestar. A la mujer desde que está en el vientre de su madre se le coloca en el famoso mundo rosado, los colores de asignación femeninos son los suaves y tonos pasteles; de ella se espera sea dulce, cariñosa, afable, suave, pasiva y todo ello marca hasta sus juegos infantiles y profesiones futuras. Por definición se constituyen los mitos femeninos:
  • Mujer es igual a madre (primera y suprema aspiración femenina).
  • El amor femenino debe ser romántico.
  • Debe tener una pasividad erótica (no debe tomar nunca ella la iniciativa, parte activa en los lances amorosos).

Todo esto marca desfavorablemente la expresión de su sexualidad, pues se le expropia de espacios vitales femeninos, se le oculta y marca la sexualidad desde la cuna (del sexo no se habla, el sexo es sucio, no se le acarician ni se le celebran los genitales como al varón), y todo esto marca desfavorablemente la sexualidad femenina desde muy temprano en la vida.
A las mujeres se le lastra el autoestima y el autoerotismo, pues no le es permitido manifestar sus deseos, pasiones y necesidades sexuales. Se niegan para ella los espacios públicos porque es de la casa. Se le prepara desde niña para la maternidad (su función principal como sexo), y se le enseña que debe ser buena madre, esposa fiel monogámica, cariñosa, dulce, comprensiva, no se le estimula el disfrute de la sexualidad, se limita la expresión de su conducta sexual, en fin, se le prepara para satisfacer y atender necesidades de otros.2
Por todo lo anterior, se han ido creando mitos y tabúes en la sexualidad femenina, entre los que tenemos los siguientes:

  1. Miedo a la desfloración por la posible brusquedad del primer coito.
  2. Poca utilización de caricias, porque por la educación recibida se imposibilita manifestar sus deseos y necesidades sexuales, y se les acostumbra a jugar un papel pasivo dentro de ellas.
  3. Fingir el goce sexual, porque se reitera el temor a expresar sus necesidades y a que su pareja las rechace. En gran número de ocasiones la mujer no lograr el placer sexual por tener un compañero sexual inepto en técnicas coitales.

Todo lo anterior influye en que la mujer no logre un pleno disfrute de sus encuentros sexuales, y a la larga puedan aparecer disfunciones sexuales femeninas; por ejemplo, deseo sexual inhibido, vaginismo, anorgasmias primarias o secundarias, etcétera.
A los hombres igualmente, desde que están en el vientre materno, se les coloca en un mundo azul. Los colores de asignación masculina son fuertes y agresivos, y de ellos se espera independencia, agresividad, fortaleza física, que sean buenos trabajadores, y en sus juegos infantiles se les marcan sus futuras profesiones. Al varón se le prepara para el espacio público, se le exige un mayor comportamiento sexual y con mayor disfurte de ello, se le refuerza el entrenamiento en el sexo y así favorecen también la aparición de mitos masculinos.3,4
El amor masculino es sinónimo de sexo y de placer porque se le inculca el disfrute con la sexualidad ante todo. Debe tener una agresividad erótica, pues tiene que ser él quien tome la iniciativa, la proposición y haga todo en las relaciones sexuales. Después de todo lo anterior, el hombre debe ser padre (esto en un último lugar, lo cual lo diferencia del sexo femenino); no obstante, también al varón desde el punto de vista social se le expropian espacios vitales masculinos, tales como:4

  • No se le permite expresar sentimientos pues los hombres no lloran y no se quejan, lo que repercute en su salud y su sexualidad de forma negativa.
  • Se le expropia de su propia sexualidad, por el supuesto papel de hombre (pene de oro). El pene está a disposición de cualquier mujer, independientemente de sus propios deseos, su sexualidad a disposición de la mujer, no a la de él según sus deseos, lo que lo puede poner en situaciones de conflicto en torno al desempeño de su sexualidad. Desde niño se sobredimensiona el papel del pene, se le acaricia cuando es niño a la hora del baño, se hacen alusiones de para qué servirá cuando sea grande, y se alaba según su tamaño. El hombre debe ser viril erotizado, con posibilidad de ser infiel a su compañera y con papel de proveedor, y en último lugar entonces ser padre.

Mitos de la Sexualidad Masculina:

  1. Entre los mitos y tabúes en la sexualidad masculina tenemos los siguientes:
    El tamaño del pene puede ensombrecer el desempeño sexual masculino, pues cuando no se considera con grandes dimensiones lastra la autoestima y disminuye el rendimiento sexual, a pesar de conocerse científicamente que el tamaño no determina la capacidad del disfrute de la pareja humana, pero desde lo ancestral nuestra cultura es fálica y se sobredimensiona el tamaño del pene.5
  2. Hacer el amor es solo con penetración todo lo cual demuestra escaso conocimiento y poca fantasía erótica, pues hay múltiples formas de hacer el amor, y no todas llevan implicita la penetración del pene.
  3. Tener siempre varios coitos en una noche porque desde lo masculino es el cumplimiento del estereotipo sexual impuesto, y se considera como síntoma de fortaleza, pero cuando no se logra disminuye la autoestima masculina; sin embargo, esto demuestra el desconocimiento de la fisiología sexual pues no siempre es posible lograrlo.
  4. El hombre tiene que tener siempre el papel activo en las relaciones sexuales, lo que demuestra aún hoy cómo se limita la expresión de la sexualidad femenina.
  5. El orgasmo debe ser simultáneo para lograr el pleno disfurte sexual, y de no ser así se demuestra desconocimiento de la fisiología sexual humana.
  6. Considerar como sucio el sexo oral viene dado por los estereotipos sexuales sexistas, pues desde la antigüedad en Grecia este tipo de intercambio sexual era conisderado como sucio, lascivo y bajo;1 aún hoy en nuestros días este tipo de contacto sexual tiene detractores, aunque hace ya años Kinsey6,7 demostró que era una práctica normal en la expresión de la sexualidad humana y un alto número de personas en Estados Unidos la practicaban. No obstante, por legislación hoy en día en ese país en varios estados está prohibida aun en parejas heterosexuales.

La presencia de estos mitos y tabúes pueden favorecer la aparición de disfunciones sexuales en el hombre como el deseo sexual inhibido, las difunciones erectibles, la eyaculación precoz, etc. Esto hace que disminuya el placer en las relaciones sexuales, y como estos mitos están influidos por la sociedad, los hombres cuentan con grandes exigencias a las expectativas del rendimiento sexual de su género, y padecen de un desconocimiento de la fisiología sexual de forma general. Las mujeres también tienen un gran desconocimiento de su fisiología sexual, y están marcadas desde la niñez para reprimir la expresión de su sexualidad.

Educación Sexual en Adolescentes

Para educar la sexualidad de las y los adolescentes
Por:
Chaile López Álvarez
Embajador de Fraternidad de F. Santa Lola en Cuba
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A lo largo de los siglos nuestra sexualidad ha sido formada en la cultura del NO, la prohibición, la represión, el miedo, el silencio, los sermones moralizantes y la incomunicación. Tradicionalmente la han rodeado de un halo de perniciosidad, culpabilidad represión y rechazo. Si estos criterios han sido profusamente aplicados a adultos de las más diversas edades, cómo será su práctica en niños, niñas y adolescentes.

Durante los siglos XVIII y el XIX, particularmente, se desató en el mundo occidental, liderado por la iglesia católica y algunos sectores moralizantes una verdadera cacería de brujas contra la sexualidad adolescente. Sanciones, castigos, represiones dirigidas a evitar la "degeneración" física y mental producida por sus inquietudes sexuales o peor aún por las prácticas eróticas solitarias o de pareja.

Solo basta recordar los criterios de muchos médicos que bajo la influencia de Krafft Ebing, aún a inicios de este siglo, recomendaban como tratamiento a estos "trastornos" someter los genitales de los adolescentes "desviados" al contacto con metales candentes u otras prácticas iatrogénicas.
Naturalmente que en la actualidad, en los inicios del tercer milenio, estas prácticas obsoletas parecen monstruosas y absurdas. En general, los criterios educativos se han flexibilizado, pero aún la educación de la sexualidad de niños y niñas y de los y las adolescentes continúa adoleciendo de graves deficiencias al mantenerse con un carácter sexista, estandarizada, despersonalizada y cargada de mitos y tabúes. Educación que le niega al adolescente la posibilidad de madurar en esta y otras esferas con un lenguaje y modo de expresión propios, particulares, en correspondencia con sus potencialidades, necesidades y aspiraciones individuales.

Esta forma de educación al negar la singularidad de cada adolescente, lo obliga a reproducir fielmente los modelos estandarizados, polarizados y contrapuestos que sobre lo femenino y lo masculino establece y dicta la sociedad patriarcal.

Tales patrones estipulan para el varón un conjunto de rasgos y modos de comportamientos que tratan de hacer de él un ser arrojado, decidido, independiente, experto en sexo y amores, del quien se espera, como prueba de hombría y virilidad, la iniciación temprana y rica en experiencias en estas esferas.

En cuanto a la muchacha, el modelo aspirado y rigurosamente evaluado es totalmente lo contrario. De ella se aguarda que sea dócil, paciente, pasiva, dependiente y sobre todo lo más casta posible, por lo que debe reprimir al máximo sus naturales deseos y necesidades sexuales hasta la etapa en que esté próxima o en los marcos del matrimonio. La sexualidad de la adolescente es refrenada y enmascarada por todo tipo de regulaciones derivadas de la doble moral, extremadamente restrictiva para ella y muy permisiva para el varón.

Los adultos les negamos, especialmente a las del sexo femenino, las vías de información; a los varones, los valores, los modos de conductas alternativos, cargados del afecto y comprensión que ellos necesitan. Con frecuencia, lejos de ponernos en su lugar, de tratar de comprender sus transformaciones y las angustias, incertidumbres e inseguridades derivadas del proceso del crecer, consciente o inconscientemente, tratamos de que sean el espejo en el que se reflejen nuestros propios tabúes, prejuicios y conflictos.

El criterio educativo fundamental, a partir del cual pensamos que vamos a conducir por el buen camino la sexualidad de nuestros chicos y chicas, es a través de una combinación del silencio con las sanciones y prohibiciones moralizantes que supuestamente los preservará de los problemas y trastornos de la sexualidad.

Tal y como demuestran infinidad de estudios, estos métodos, utilizados prolijamente desde las edades tempranas y en particular en la adolescencia, dada la necesidad de autodeterminación, actúan como un "reforzamiento negativo", una vía que despierta aún más la necesidad de conocer, vivenciar y experimentar aquello que adquiere el carácter de "oculto" y "prohibido".
Los métodos coercitivos se convierten en un incentivo, que además de exacerbar su natural curiosidad dirigida a esta esfera, los motiva a la búsqueda de la información y los valores, indispensables para su maduración psicosexual, con sus coetáneos o con adultos no siempre bien intencionados o preparados al respecto.

Los mayores, queramos o no, somos los artesanos que esculpimos en la materia prima que aporta individualmente cada adolescente, según sus propios espacios vitales, esa importante y hermosa manifestación de su personalidad que es la sexualidad.

¿Cómo hacerlo? ¿Qué esperan de nosotros los adolescentes en lo referente a su crecimiento sexual? ¿Cómo evitarles riesgos y trastornos innecesarios? ¿Qué hacer para garantizar la salud sexual y reproductiva y la calidad de vida de los adolescentes? Preguntas que numerosos padres y madres nos hemos hecho más de una vez.

La Dra. Alicia González, de larga experiencia en la Pedagogía, refiere que, ante todo, es importante tener muy presente que la preparación para la vida sexual, de pareja, familiar y reproductiva del ser humano y, en particular del adolescente, comienza con la vida, en las edades más tempranas, con los saberes, los valores, los modelos conductuales que la familia y los adultos en general les trasmitimos a diario en el proceso de socialización.

La sexualidad, como toda manifestación vital, tiene un conjunto de expresiones biológicas espontáneas, pero ellas por sí solas no determinan las transformaciones psicosexuales y sociales del ser humano en cada etapa, estas tienen un fundamento esencial en los procesos de aprendizaje que impulsan el crecimiento, desarrollo y la maduración de la sexualidad y de la personalidad total.

Por ello, recomienda que el ser humano aprenda desde las más tiernas edades a ser sexuado, a convertirse en un individuo masculino o femenino plenamente identificado con su cuerpo sexuado, que transitará a partir del nacimiento y hasta su muerte, por diversos estadios, en cada uno de los que vivenciará y expresará, de una manera u otra, necesidades, motivaciones, intereses sexuales, que se manifestarán a través de determinadas conductas que deben ser comprendidas y orientadas de forma efectiva por las personas encargadas de su educación.

Desde las edades enmarcadas en el período escolar aparecen las motivaciones e intereses referidas a los cambios puberales y a las propias transformaciones psicológicas y sociales de la adolescencia. Luego sería en extremo tardío esperar al arribo de estos cambios para iniciar la preparación correspondiente. Los educadores, padres y madres, maestros y maestras y adultos en general, están en el deber de documentarse para comenzar la orientación temprana de las chicas y chicos, desde la primera infancia y en especial desde las etapas preadolescentes.

No se trata de dictar lecciones desde la distancia de los juicios, los valores y la experiencia personal (casi siempre permeada de prejuicios, tabúes y estereotipos), derivada en la mayoría de los casos de lo vivido en aquellas etapas pasadas de nuestra propia adolescencia, y que por la evolución de los tiempos o la propia modificación del contexto, no siempre son aplicables de manera efectiva a la nueva situación vital de nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas.

Los mayores incuestionablemente constituimos la guía —especifica— la fuente fundamental de orientación de los adolescentes, los máximos responsables de trasmitirles el más rico y amplio caudal de experiencias que propicie la satisfacción de sus intereses, necesidades, motivaciones, que los prepare para enfrentar y resolver las problemáticas, los retos, desafíos y los obstáculos que se les presenten. Sin embargo, no se trata de dictarles mecánica y autoritariamente nuestros "modos de ser y hacer", de esquematizar, según modelos sociales estandarizados, las formas en que deben regir y proyectar su vida sexual. Por el contrario, se trata de brindarles todas las alternativas, las opciones de vida en las que, cada uno de ellas y ellos, pueda verse reflejado y encuentre los sentidos personales que se vinculen con los motivos en los que se sustentan sus proyecciones y aspiraciones sexuales y personales en general.

La manera de garantizar que sean protegidos de los trastornos de la sexualidad es ofrecerles conocimientos sobre salud sexual y reproductiva y resguardar su calidad de vida que solo se logra mediante un proceso educativo, formador de saberes, normas, valores, actitudes, modos de comportamientos, que les permitan aprender a decidir y autodeterminar por sí mismos o por sí mismas, los límites de su sexualidad, las formas particulares de vivenciarla y expresarla, de autodefinir qué es lo factible, positivo que les permita crecer de manera plena, feliz y responsable y hacer crecer a los que les rodean. Esto se logra a través de una educación sexual que potencie aquellas manifestaciones que enriquezcan todas las esferas de su vida personal y social, sin dañar la ajena.

Sólo un proceso de educación sexual participativo que los involucre en su propia formación y desarrollo, que los capacite para elegir protagónicamente y tomar progresivamente —en la medida en que logra la madurez para ello— las riendas de su vida, con una profunda conciencia crítica de la trascendencia de sus actos. En fin, prepararlos para que sean capaces de ejercer su derecho a la libertad de elección de formar sus propios proyectos de vida, sin perder de vista la responsabilidad que conllevan, ante sí mismos y los demás, sus actos y decisiones.

Una nueva forma de educación de la sexualidad de los adolescentes, con un enfoque alternativo y participativo, se sustenta en los más altos niveles de confianza, comunicación, respeto mutuo entre ellos y los educadores, quienes para lograrlo, olvidarán los métodos y estilos sobreprotectores, autoritarios, represivos, plenos de coacciones, sustentados en los temores y la inseguridad ante los "peligros" de la sexualidad.

También se evitarán los dobles mensajes y la tendencia a expresar determinados valores y representaciones, a veces incluso, muy modernos y avanzados, mientras que las conductas y expresiones cotidianas demuestran todo lo contrario de lo que se verbaliza. La fuerza de lo que hacemos se multiplica cientos de veces con relación a lo que decimos, por mucho que nos empecinemos en repetirlo.

Nuestra asesora tiene el criterio de que la educación de la sexualidad, comienza con la sensibilización de los propios educadores y educadoras, en la interiorización de la necesidad de prepararlos con efectividad para enfrentar cada vez de manera más independiente esta trascendental área de su vida. Pero por otra parte, es fundamental que, ante todo, cada educador se haga un proceso de autoreflexión profundo que le permita penetrar en las intimidades de su propia sexualidad, acceder y comprender sus necesidades y tendencias positivas y negativas, controlar sus debilidades (romper estereotipos, mitos, tabúes y prejuicios) y potenciar sus cualidades y virtudes que serán la riqueza que deberán trasmitir con su mejor ejemplo al educando en cuestión.

El proceso de dirección del desarrollo sexual de nuestros niños, niñas y adolescentes comienza sólo cuando los mayores estemos listos para crecer nosotros mismos en el sentido de penetrar, controlar y superar nuestras deficiencias y limitaciones, nuestros conflictos y contradicciones. Sólo entonces estaremos en condiciones de convertirnos en verdaderos y eficientes educadores y orientadores sexuales.

La sexualidad en la adolescencia

Especial de la Adolescencia.
Enviado por los Embajadores de Cuba Chaile López y Elsa Vargas.
Autor: Desconocido.
La Adolescencia y la Etapa crítica...

Adolescencia ¿Etapa crítica
Comienzo de una serie que va a recorrer los momentos más importantes de la adolescencia: el encuentro con la sexualidad, las transformaciones biológicas y psicológicas y algunas recomendaciones para educar la sexualidad en este momento de la vida, a partir de un estudio realizado por la Cátedra de Sexología y Educación Sexual, de la Universidad Pedagógica “Enrique J. Varona”.


La adolescencia transcurre, según la OMS, entre los 10 y 19 años. Sin embargo, hay quienes plantean que se extiende hasta los 23 ó 24 años, edad en que las muchachas y los muchachos terminan sus estudios universitarios y se insertan en la vida laboral.


Existe consenso en cuanto a que la primera parte de este período del desarrollo de la personalidad abarca hasta alrededor de los 15 años y recibe el nombre de adolescencia temprana y la siguiente, el de adolescencia tardía o juventud . Ambos períodos están íntimamente ínter conexionados, forman un sistema inseparable aunque, para su estudio, se divida en esos dos momentos.


La Dra. González señala que, de manera simplificada, se le suele designar como el tránsito de la infancia a la adultez, lo cual, sin dejar de ser absolutamente real no contempla toda la complejidad y magnitud de los cambios y las problemáticas por las que deben pasar los chicos y las chicas a lo largo de estas edades. La adolescencia es, en nuestro criterio —añade— la etapa de la vida de transformaciones más rápidas, profundas y radicales en todas las esferas (psicológica, biológica y social), solo comparable con la infancia temprana, donde, desde el nacimiento hasta los 36 a 40 meses, el infante se convierte de un ser totalmente desvalido, en un niño capaz de realizar por si solo, aunque naturalmente con la ayuda y apoyo del adulto, la mayoría de sus funciones vitales.


En la situación de los adolescentes, tanto mujeres o varones, el salto se hace mucho más agudo y riesgoso, si tenemos en cuenta que, al inicio de esta fase, se encuentran bajo la autoridad y el control absoluto de los mayores y que en unos breves años deberá desarrollar las competencias que les permitan autodeterminarse, tomar decisiones trascendentales para ellas, ellos y quienes los rodean, a fin de poder desempeñarse de manera independiente y responsable en la vida de pareja, familiar, laboral y social en general.


Es realmente importante hacer hincapié en esta cuestión del paso de la dependencia a la independencia por la que deben transitar los y las adolescentes, asunto que muchos padres y madres no hemos pensado en detalle y, sin dudas, esto, por si solo, hace compleja la situación. Por ello, acota la directora de CASES, que los adolescentes de ambos sexos, tienen el derecho de que se les prepare, se les abran los senderos para lograr el ejercicio de una vida rica, hermosa, plena de vivencias y experiencias, donde cada vez más dependan de sus propios esfuerzos, opciones y decisiones para las que deben tener en cuenta no solo sus intereses y necesidades sino, también, las de su contexto social.


En el II seminario colombiano “Sexualidad en la adolescencia”, realizado en l993, se planteó que la adolescencia es una faceta más de autodescubrimiento, de clarificación de la identidad y, lógicamente, de construcción y maduración. Mientras aprenden a conducir y manejar sus diferentes posiciones, es muy posible que se enfrenten a choques, confrontaciones, cambios de comportamiento y, sumado a esto, las pocas oportunidades que en ocasiones les ofrecen no sólo la familia, sino también, la sociedad. Por esta razón, suelen ser, muchas veces, censurados y sancionados socialmente. Calificados de improductivos, dependientes y desadaptados al medio.
Su nueva situación social, el conjunto de transformaciones internas y externas a los que están sometidos, suelen enfrentarlos a múltiples retos, desafíos; también a obstáculos y escollos generados, muchas veces, por los propios mayores, dificultades que deben vencer para arribar a una adultez responsable y feliz.

Los retos fundamentales que deben enfrentar y resolver los adolescentes para culminar con éxito el crecimiento y maduración a lo largo de estas edades, se refieren a tres esferas esenciales de la vida:

  • la profesional laboral
  • la ideológica, ética y social
  • de pareja y familiar


En condiciones educativas óptimas, desde el punto de vista psicológico, biológico y social, tanto chicas como chicos, acceden gradualmente a un conjunto de adquisiciones que los capacitan para este salto cualitativo en su existencia.


En el orden físico —manifiesta— en breve tiempo, adquieren la constitución y un conjunto amplio de capacidades y habilidades que los hacen aptos para asumir un desempeño más efectivo en su desenvolvimiento, en una variedad muy amplia y compleja de tareas y acciones que requieren de nuevas aptitudes corporales.


Desde el punto de vista intelectual, el pensamiento se hace cada vez más lógico y abstracto, reflexivo, lo que les posibilita explorar en lo más profundo de su intimidad psicológica, desarrollar su autoconciencia y autovaloración, y arribar a un conocimiento cada vez más objetivo de quienes les rodean y penetrar, progresivamente, en la esencia de su realidad circundante. De esta forma y paulatinamente —enfatiza— van conformado una cosmovisión, un conjunto de saberes, valores y actitudes hacia sí y su mundo que propicia su autorregulación más efectiva. Estos procesos estarán favorecidos por la riqueza afectiva y volitiva que alcanzan progresivamente en su vida psíquica. Ninguna de estas adquisiciones es ajena a la vida social y educacional en particular, son consecuencia y causa, a la vez, de los logros a que, en esta esfera, van arribando los y las adolescentes.


La especialista hace énfasis en este punto crucial: El sentimiento y la necesidad de independencia y autodeterminación que caracteriza el desarrollo de los y las adolescentes, los motiva a buscar la satisfacción de estas necesidades, fundamentalmente en el grupo de sus iguales y a poner ciertas "distancias" de la autoridad adulta. Puntualiza que son mecanismos indispensables para la maduración psicológica y social. Solo en la medida en que logren, poco a poco, ir dando (bajo la guía de los mayores, pero cada vez más por si solos), los pasos existenciales que les permitan adquirir los conocimientos, las capacidades, habilidades que los preparen para la vida autónoma, podrán acceder a la adultez.


Este sendero está colmado de vivencias muy enriquecedoras pero, también, suele estar minado de angustias, conflictos y contradicciones algunas intrínsecas, generadas por el propio desarrollo. Sin embargo, muchas de estas afectaciones están motivadas por las incomprensiones y el mal manejo de las personas encargadas de su educación. Estas personas suelen desconocer e ignorar las transformaciones y posibilidades esenciales de la etapa, anidan tabúes, temores, inseguridades con relación a ese "niño con apariencia y ansias de adulto" (así tienden a interpretar sus demandas), que los conducen a imponer regulaciones, represivas, a cubrirlos con un manto protector que no se aviene con sus nuevas necesidades y posibilidades y se convierten en un freno que engendra, no pocas veces, trastornos en su desarrollo.


Los estilos educativos autoritarios, el proteccionismo, la ignorancia o la negación de las naturales ansias de libertad y autonomía de estos chicos y chicas, les impide desplegar sus alas y emprender el necesario vuelo que los conducirán a vencer los retos y dificultades para alcanzar las mayores alturas en el crecimiento de su vida futura.


Los educadores tenemos que convertirnos en la guía que los ayude a alcanzar la madurez indispensable para que, finalmente, sean capaces de determinar por sí solos sus destinos existenciales, de trazar planes para el porvenir y convertirse en parte indispensable de las fuerzas transformadoras de éste en su vida personal y social.


La adolescencia constituye una fase indudablemente difícil, de gran vulnerabilidad, que requiere atención especial. Pero que, de ninguna manera, se debe considerar, por sí misma, como una etapa de crisis, rebeldía y rompimiento social; por el contrario, la propia historia del género humano demuestra que no han sido pocos los logros y triunfos, los aportes que ellos y ellas han brindado al crecimiento de la sociedad a lo largo de los siglos.



Entre nosotros: Frente a la orientación homosexual de los hijos


Muchos padres, ante la sospecha, o el hecho, de tener un hijo o una hija homosexual, se hacen múltiples preguntas en cuanto a la actitud a seguir frente a situaciones para las que no han sido debidamente preparados. Es importante aceptar y comprender la sexualidad de los hijos, porque ni la homosexualidad ni la heterosexualidad son fases temporales. Asesora: Dra Rosaida Ochoa (Directora, Centro nacional de prevención /VIH/SIDA)
Recientemente me llamó angustiada una amiga para solicitar ayuda porque su hijo le confesó que era homosexual, de ese intercambio surgieron varias preguntas cuyas respuestas son de interés para muchos y fueron respondidas por nuestra consejera, la directora del Centro Nacional de Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual y SIDA.
¿Por qué tenía que decírmelo? ¿Por qué no lo ocultó, si yo no se lo pregunté?
Muchos padres piensan que serían mucho más felices si no lo supieran. Recuerdan la época en que no lo sabían como un pasado libre de problemas, al margen de la distancia que existía entre ellos y sus hijos durante todo ese tiempo. A veces queremos ignorar lo que ocurre o pensar esto se le puede pasar.
Es importante aceptar y comprender la sexualidad de su hijo o hija, porque ni la homosexualidad ni la heterosexualidad son fases temporales. Aunque hay personas que pasan por un período de experimentación, cuando alguien se decide a decir que es homosexual, no está pasando por una fase de prueba, ya lleva tiempo pensando y tratando de definir y aceptar su orientación sexual.
Nos refiere nuestra consejera que cuando un hijo o hija, revela voluntariamente su orientación sexual homosexual a sus padres, es que tiene mucha confianza en ellos. No debe defraudarse, ha sido muy valiente al comunicar algo que nuestra cultura machista a veces no lo entiende bien, ha demostrado que les tiene mucho cariño y les está pidiendo su apoyo.
Tengo otros dos varones heterosexuales. ¿Por qué este es homosexual?
Con frecuencia se piensa que una persona es homosexual porque hay una causa biológica, porque alguien lo convirtió en homosexual, porque está enfermo o por la crianza. Se han hecho varios estudios para tratar de encontrar las causas de la homosexualidad, algunos de ellos vinculados con la genética, pero, hasta el momento, no hay ninguna investigación que determine claramente la causa.
Las personas homosexuales provienen de todo tipo de familias, hijos únicos o no, con padres autoritarios o no, hijos menores, del medio, mayores; algunos tienen otros familiares homosexuales y otros son los únicos en la familia.
La homosexualidad es considerada a la luz de los conocimientos actuales como una orientación sexual. ¿Por qué tanta importancia por conocer la causa de la homosexualidad? ¿Cuántas veces se piensa en la causa de la heterosexualidad de los otros hijos? El amor que se siente por un hijo ¿depende de saber la causa de esta orientación sexual? Concentre su atención en qué necesita su hijo ahora, recomienda la profesora.
¿Debería ir a ver un psiquiatra o psicólogo?
Acudir a un psiquiatra o al psicólogo, por esta causa, es inútil. La homosexualidad no es una enfermedad que puede ser curada, es una forma de ser natural. Lo que sí puede ser beneficioso es el intercambio con expertos en temas familiares y orientación sexual, tal vez convenga hablar con alguien sobre sus sentimientos y conflictos internos. Puede que necesiten ayuda para mejorar la comunicación.
En cuanto a la preocupación de cómo será la reacción de los demás cuando se enteren o el temor al rechazo, la especialista nos plantea que es posible que esto ocurra, pero las actitudes hacia la homosexualidad van cambiando, las personas comienzan a valorar a los demás por sus cualidades, actitudes y comportamientos. Es cierto que cambiar cultura es un proceso lento, pero es por eso que este hijo o hija necesita de un ambiente en el hogar que respete la diversidad. Esto lo hará tener mayores fuerzas para enfrentar adversidades en otros medios.
Hablemos francamente: el encuentro con la sexualidad de los adolescentes
Son innumerables los mitos, tabúes, prejuicios y estereotipos sexuales que albergan y trasmiten a los adolescentes de ambos sexos las personas que les rodean. En esta ocasión abordaremos los preceptos erróneos que, en muchas ocasiones, albergan los adultos con relación a la sexualidad de chicos y chicas.
En artículo anterior, la Dra. González explicaba que si para los mayores se hace muy difícil comprender el salto cualitativo que en todas las esferas de su existencia deben dar los y las adolescentes, en tan breve espacio de tiempo, tradicionalmente les resulta mucho más difícil asimilar y propiciar las adquisiciones inherentes al área psicosexual de su personalidad.
Son innumerables los mitos, tabúes, prejuicios y estereotipos sexuales que albergan y trasmiten a los adolescentes de ambos sexos las personas que les rodean. Ilustremos algunos de ellos detectados en estudios realizados:
los adolescentes son niños con cuerpo e ínfulas de adulto.
son promiscuos sexuales.
los intercambios sexuales entre adolescentes son prematuros y afectan su desarrollo.
la masturbación y el autoerotismo son dañinos para su salud.
las relaciones coitales están bien para el varón pero no para la muchacha.
los juegos sexuales entre adolescentes de igual sexo expresan tendencias homosexuales permanentes e insuperables.
los adolescentes son incapaces de autorregular responsablemente su vida sexual.
los grupos de adolescentes solo sirven para despertar en ellos ideas y comportamientos conflictivos e inapropiados.
los padres deben controlar y dirigir rigurosamente las conductas sexuales de los adolescentes, especialmente las de las muchachas.
Estos son solo unos pocos ejemplos de la inmensa lista de preconceptos erróneos que alojan los adultos con respecto a la sexualidad de los y las adolescentes. Con más frecuencia de la deseada, sobre esta base suele organizar la familia sus influencias educativas.—comenta le especialista y agrega: De esta forma, se convierte, aún sin proponérselo, y a pesar de sus mejores intenciones, en la fuente de muchos de los conflictos y dificultades, de los trastornos que pueden padecer en estas edades.
No se percatan de que la urna de cristal en la que los trataron de preservar durante la infancia, se convierte en estrecha y asfixiante en la adolescencia, al surgir nuevas necesidades y posibilidades psicosexuales y de personalidad, indispensables para poder formar y ejercitar las competencias físicas y espirituales que los convertirán en un hombre o una mujer pleno, realizado.
La directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual recomienda la necesidad de conocer y evaluar con mayor objetividad la sexualidad de chicos y chicas. Según cifras establecidas, aproximadamente el 25% de la población mundial se ubica en las edades enmarcadas en la adolescencia. Estos jóvenes han adquirido la capacidad reproductiva, capacidad que suele ser mal manejada; con frecuencia no se les ha preparado para ser capaces de hacer un adecuado ejercicio de sus nuevas potencialidades sexuales, sin correr riesgos innecesarios. Tal capacidad física no implica en modo alguno capacidades psicológicas y sociales para enfrentar una maternidad o paternidad responsable y feliz.
Diversos organismos internacionales como el FNUAP y la OMS —añade la profesora— nos brindan datos elocuentes sobre su crecimiento y desarrollo en muchos países del mundo, y la presencia de trastornos, tales como: los embarazos, la maternidad y paternidad tempranas, la nupcialidad o las uniones consensuales sin la requerida madurez, los abortos, las relaciones coitales prematuras, las infecciones de trasmisión sexual y el SIDA, para citar los más comunes. No olvidar las consecuencias más o menos graves que para ellos y ellas, su familia y su contexto social entrañan estos fenómenos negativos.
¿Qué se puede hacer para que tales problemas no tronchen la vida de tantos adolescentes? Solo hay un camino acertado, comenta la especialista: La prevención y tratamiento de estos y otros trastornos solo son posibles a través de un efectivo proceso de educación y orientación que prepare a los y las adolescentes para gozar del derecho indiscutible de vivenciar y experimentar su sexualidad de forma plena y responsable, para enriquecer así su personalidad y toda su existencia individual y social.
Pero esto se dice fácil, le comento a la Dra. González. La situación se torna más compleja cuando analizamos que la propia familia no está preparada para asumir la responsabilidad de ser los principales educadores sexuales de sus hijos e hijas. Reconoce que para los adultos, quienes desde muy pequeños experimentan en carne propia el rigor de los prejuicios y estereotipos sexuales, resulta que todos esos mitos, forman, inconscientemente, parte de la cosmovisión de muchos de ellos. Es en extremo difícil, discernir qué es lo natural, apropiado e incluso necesario que, en materia de sexualidad, desarrollen y vivan nuestros hijos e hijas o alumnos adolescentes.
En próximos artículos la especialista de la Universidad Pedagógica realizará una breve descripción y análisis de las transformaciones y necesidades de la sexualidad inherentes a estas edades. La referida caracterización destaca las adquisiciones comunes, que en términos generales suelen presentar de forma típica la mayoría, no obstante, estos cambios sufren una particularización en cada ser humano que asume matices diferentes, únicos e irrepetibles, según su personalidad y su contexto sociocultural.
Si a partir de ésta o cualquier otra caracterización psicosexual del adolescente, nos trazamos como meta medir su desarrollo al aplicar la misma regla o norma, cometeremos la primera y más grave violación que nos conducirá al mayor de los fracasos, porque la sexualidad, al igual que toda esfera de la personalidad tiene un carácter individual, singular, e indispensable de tomar en consideración a la hora de organizar su formación y desarrollo.


Así crecen: Ese mundo tan adolescente


Reflexiones y comentarios sobre algunas manifestaciones de la erótica adolescente que no pocas veces constituyen para los mayores una gran fuente de preocupación, nos referimos a la naturaleza de los juegos sexuales que se establecen entre chicos y chicas del mismo sexo, punto poco abordado sobre la sexualidad adolescente.
La Dra. Alicia González Fernández, directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual de la Universidad Pedagógica “Enrique J. Varona”, refiere que no resulta extraño, incluso, según demuestran las investigaciones, es frecuente en todas partes del mundo, que en las etapas iniciales de la adolescencia, en que el erotismo, la libido de estos muchachos y muchachas no está aún orientada hacia un objeto definido hombre o mujer, encuentren una vía de expresión y satisfacción en los intercambios y jugueteos que casi siempre inocentemente se producen con estos amigos más íntimos de su mismo sexo.
A diferencia de lo que se suele considerar, estas prácticas ni son patológicas, ni expresan, en la mayoría de los casos, una tendencia homosexual. Son una forma más de ejercitar la función sexual, de orientar sus impulsos sexuales, aún no direccionados.
Como ha afirmado el conocido sexólogo español Félix López, el hecho de tener algún contacto homosexual en la adolescencia temprana o tardía, no significa necesariamente que la orientación del deseo sea o vaya a ser homosexual. Numerosos factores pueden favorecer este tipo de contactos sin presuponer dicha orientación sexual: falta de posibilidades de tener conductas heterosexuales, miedo a relacionarse con las personas del otro sexo, curiosidad por conocer el cuerpo del otro y otras tantas motivaciones.
Afirma la especialista que la práctica cotidiana demuestra que estas experiencias, si reciben una adecuada orientación psicopedagógica deben devenir, cuando llegue el momento propicio, en una relación heterosexual, y que de no ser así, es importante que comprendan que el homosexualismo siempre que se exprese de manera responsable, es una variante sana de expresión de los deseos sexuales.
En estas circunstancias, los y las adolescentes no deben ser culpados de nada, por el contrario, se les debe hacer conocer que esas conductas suelen ser transitorias y en la inmensa mayoría de los casos se traducen en un futuro, cuando encuentran la pareja idónea, en una relación mixta. Son las sanciones y los complejos de culpa que les inculcan los otros muchachos y los propios adultos los que los confunden y en ocasiones desvían sus tendencias sexuales reales.
Más adelante, la profesora de la Universidad Pedagógica esclarece que después de un período de juegos sexuales solitarios o de intercambios eróticos superficiales con sus amigos del mismo o el otro sexo, se comienza a consolidar la verdadera "necesidad o actitud de pareja", caracterizada por la búsqueda activa y vehemente de una persona con quien compartir los vínculos físicos y espirituales cada vez más complejos y profundos. Esto es propio de las edades finales de la adolescencia temprana y todo el transcurso de la tardía o juventud.
El proceso de desempeño y ejercicio de las funciones y capacidades de la respuesta sexual femenina y masculina, y el necesario acoplamiento que ella requiere para que tanto el hombre como la mujer logren alcanzar el clímax del placer físico y espiritual, tienen como preludio las prácticas que acabamos de explicar, pero para ambos llegar en un futuro a las cúspides del disfrute físico y la compenetración afectiva, requieren de una larga y progresiva fase de experimentación sexual que va de las formas más simples de intercambios eróticos a las más complejas.
La entrevistada, de larga trayectoria y experiencia en el campo de la educación sexual, hace énfasis en que el tránsito desde el autoerotismo, los enamoramientos platónicos hasta las uniones coitales debe ser un proceso paulatino, lento, gradual que puede ser comparado con el ascenso por una escalera, donde, el adolescente debe subir peldaño a peldaño, sin apresuramientos o saltos innecesarios, para arribar con seguridad y satisfacción a cada nuevo nivel, cada vez más pleno y mejor preparado, para que cuando alcance su destino, de la mano de su pareja, ambos puedan vivenciar todo el placer y la felicidad que una vida sexual madura y responsable les puede ofrecer.
Para que este nuevo vínculo enriquezca su sexualidad y nutra las restantes esferas de su vida, es necesario que aprendan a disfrutar de toda la hermosura y la dicha que les reporta la sexualidad compartida sin riesgos ni incertidumbres.
Cuando, por el contrario, y como le sucede a muchos chicos y chicas, su iniciación y desenvolvimiento sexual es prematuro y apresurado, al quemar etapas, ya sea por su preparación insuficiente u otros motivos como las presiones externas de la pareja y los amigos, o simplemente por curiosidad, esto suele traerles serias consecuencias en su desarrollo psicosexual que se traduce en los embarazos, la maternidad, los matrimonios precoces, los abortos, las disfunciones sexuales, entre otros frecuentes trastornos.
Al analizar otras aristas del asunto, expresa que las experiencias sexuales progresivas en la adolescencia son típicas, necesarias e inocuas en estas edades (cuando están bien orientadas), y tienen una función fundamental en el desarrollo y consolidación de los componentes psicológicos de la sexualidad: la identidad y el rol de géneros y la orientación sexoerótica y con ello el proceso de autoafirmación como seres sexuados.
El ejercicio del autoerotismo y de las formas iniciales de las relaciones de pareja, le permite al adolescente descubrir un caudal inagotable de potencialidades y posibilidades humanas ligadas a todos los aspectos de su sexualidad: no solo, ni principalmente, eróticos, sino también y en particular: espirituales, intelectuales, emocionales y sociales referidos a su personalidad y a los vínculos y relaciones con los otros y su mundo, procesos éstos que sientan las bases para la consolidación de su masculinidad o feminidad y el desarrollo de su autoestima.
Cuando el adolescente toma conciencia de los logros que en la vida sexual de pareja, familiar y social va alcanzando; cuando cada vez más se siente reconocido, respetado por sus padres y por los mayores y por sus coetáneos; cuando se sabe objeto de atracción física y de afectos y disfruta de los intercambios sexoeróticos; cuando descubre que puede, si se lo propone, penetrar en el mundo de los adultos y moverse cada vez con mayor soltura y seguridad entre ellos, entonces, como consecuencia de todo ello, se producirá un proceso de autoafirmación, que favorece y refuerza su autoestima.
No cabe dudas —refiere la directora de la Cátedra de Sexología y Educación Sexual— que el proceso de desarrollo y afirmación sexual en la adolescencia, a su vez se traducirá directamente en la estabilización de su identidad genérica, de su autovaloración y autoconfianza como ser masculino o femenino, lo que le permitirá consolidar de manera más permanente sus formas particulares de expresarse como hombre o mujer (roles de género) y el sentido de sus impulsos sexuales hacia un sexo u otro (orientación sexoerótica).
La reafirmación y estabilización de estos componentes psicológicos de la sexualidad, como resultado del sistema de trasformaciones trascendentales psicosexuales y generales que se efectúan en estas edades, convierten a la adolescencia en un período sensitivo de la esfera psicosexual de la personalidad.
Quiere esto decir —aclara— que, de la forma en que transcurran las adquisiciones y cambios inherentes a la etapa dependerá, en gran medida, que en las edades sucesivas y en el resto de su existencia, el individuo, logre alcanzar la integridad en la calidad de sus expresiones y formas de realización como ser sexuado, como hombre o mujer pleno, en la vida personal, de pareja, familiar y social.
Esa frase, a veces formal, que repetimos los adultos sin atribuirle mucho sentido, sobre la adolescencia como el "tránsito de la infancia a la adultez", encierra una verdad incuestionable y contiene también una cantidad tan grande y profunda de transformaciones cualitativas y cuantitativas en cada una de las esferas de su vida, en especial en la sexual, que no solemos comprender y mucho menos apoyar y propiciar.
Lamentablemente, con frecuencia sucede lo contrario —enfatiza la Dra. Alicia González: Todo aquello que es natural y necesario en estas edades resulta sancionado, reprimido por muchos padres y educadores. La tendencia sexofóbica, mitificadora y tabúizante que tradicionalmente ha movido las normas morales educativas del género humano suelen exacerbarse en los métodos de control y represión de la sexualidad de los adolescentes, a fin de "preservarlos" de los daños que pueden acarrearles los intercambios sexuales.
Sus ansias naturales de independencia y libertad, su necesidad y su derecho de acceder paulatinamente a una sexualidad plena, libre y responsable encuentra, en un buen porcentaje de casos, la oposición de los modelos sexuales estereotipados, esquemáticos sin alternativas que les imponen todas las fuerzas sociales.
Estos modelos rígidos, polarizantes y discriminativos, se convierten en una camisa de fuerza que encarcela y reprime sus tendencias y aspiraciones personales más ricas y valiosas y los tornan en esclavos de normativas sin sentido para ellos, y como tal, desencadenantes de los más diversos trastornos y problemas sexuales y sociales no siempre factibles de superar.
En esas condiciones, la adolescencia se convierte en una etapa de crisis y riesgo, con muchas posibilidades de ser vulnerable a los "peligros" de la vida sexual. En tales circunstancias —puntualiza— el adolescente se enfrenta a un mundo de nuevas y más complejas necesidades, retos y obstáculos sin que desde las etapas tempranas y en especial a lo largo de estas edades se les haya preparado, al armarlos de las capacidades, los saberes, las habilidades, en fin, las competencias que le posibiliten integrarse de forma exitosa y satisfactoria, al universo de los adultos.
Para concluir nuestra consejera manifiesta que este es, precisamente, nuestro desafío como educadores y como padres y madres, convertirnos en su guía espiritual, en la fuente donde podrán, siempre que lo necesiten, beber de nuestras experiencias, sin que se les obligue a dejar de ser lo que potencialmente son, para reproducir mecánicamente nuestros modelos, no siempre acordes a sus tendencias y aspiraciones personales y a la época que les ha tocado vivir.


Eyacularquia y sexualidad: ¿un misterio para ellos?


Por: Chaile López Álvarez Asesor del Cenesex (centro nacional de educación sexual)
Los sueños húmedos y nuevas sensaciones sexuales placenteras sorprenden a muchos varones que llegan a la pubertad y la adolescencia

«Creí que sentiría algo en la primera eyaculación», dijo Ricardo, un adolescente de 14 años. «Pero de pronto un día me desperté con la cama mojada y no me había dado cuenta de lo que me había sucedidó».
También Joan, un joven quinceañero, se siente confundido: «Dicen que es normal que yo tenga esos sueños húmedos... y las reacciones de mi cuerpo, pero no se cómo hacer ni entiendo qué lo provoca».
«Me sentí muy bien cuando dormía, y al levantarme, la cama estaba un poquito mojada pero no se lo dije a nadie. Solo lo comenté meses después cuando hablaba con los amigos y nos contábamos algunas primeras experiencias», afirmó Manuel, otro adolescente de 17 años.
Más reservados a veces para tratar estos temas, los varones confiesan cierto recelo al hablar sobre sus inicios sexuales, ya sean los llamados sueños húmedos, la masturbación o el coito, pues según dijeron: «es un tema demasiado personal».
Para los «arriesgados» que accedieron a responder, esta primera respuesta sexual de su organismo fue vista como una marca, un indicio de que ya pueden ser padres y por tanto hay que cuidarse durante las relaciones sexuales.
Más de la mitad de los entrevistados aseguró desconocer lo que les sucedería en esa primera experiencia, pues sus padres no les hablaron mucho de esos temas, como tampoco les explicaron qué sucede con las muchachas en igual período.
La mayor fuente de conocimiento para ellos son los debates que realizan entre amigos, donde los más experimentados confiesan sus historias y los «novatos», se limitan a escuchar para el futuro.
Hay quienes lo vieron como algo normal que los convierte en «hombres». En este grupo están los que ya conocían del tema porque sus familias les habían comentado.



HOMBRECITOS CON MENTE DE NIÑOS


«Al entrar en la adolescencia los niños sufren transformaciones bruscas en su cuerpo. “De pronto” se hacen más altos, les cambia la voz, aparecen vellos en sus genitales y comienza una vida erótica activa que revela para ellos una conducta sexual y reproductiva».
Así explicó el: Dr Carlos Alfonso Bequer, psiquiatra y máster en sexualidad, quien describe la eyacularquia como un proceso donde el varón descubre en su cuerpo sensaciones sexuales placenteras y se producen los llamados sueños húmedos.
Comprendido por lo general entre los 10 y los 14 años de edad, este período se caracteriza por el desarrollo de nuevos comportamientos psicosexuales, que dan inicio a la adolescencia.
En este sentido, aclara el especialista que no se puede confundir pubertad con adolescencia. La primera define todas aquellas transformaciones anatómico-fisiológicas que producen a su vez una maduración biológica y reproductiva, que marca el inicio de la segunda.
Durante esta etapa comienza también el «sentimiento de adultez», o la necesidad de ser y comportarse como los mayores, de reproducir sus conductas y manifestaciones en general, y sexuales en particular, lo cual trae aparejado el desarrollo de intereses referidos a la pareja, la familia y la reproducción.
Los motores impulsores de estos fenómenos son el sistema endocrino y la hipófisis. En el adolescente se inicia una producción incesante de hormonas que actúan sobre las gónadas femeninas y masculinas.
Este dinamismo provoca una ma-duración anatómico-funcional que conlleva a la diferenciación secundaria expresada como menarquia en las féminas, y eyacularquia en los varones.
Otro punto interesante son los cambios emocionales que se producen. Los adolescentes desean estar en grupos, compartir esas nuevas experiencias, son más hiperactivos.
Rápidamente comprenden que la casi totalidad de las zonas de su cuerpo y en especial los genitales responden a estímulos físicos o psicológicos y entran en una fase de «experimentación sexual» caracterizada por el deseo intenso de disfrutar de la más amplia variedad de vivencias eróticas y espirituales.


EL PLACER SE DESCUBRE


«La masturbación en la adolescencia es un fenómeno normal y beneficioso. Con ella el adolescente aprende a conocer su cuerpo a partir de sensaciones muy placenteras. Comienza una maduración psico-fisiológica que fomentará las bases para conformar su futura pareja», afirmó el doctor Bequer.
Investigaciones a nivel mundial revelan que aproximadamente uno de cada tres adolescentes, en especial los varones, practican durante estos años la masturbación y otros juegos con zonas erógenas de su cuerpo.
En ocasiones los padres reprenden a los jóvenes ante estas conductas, ignorando que estas manipulaciones no solo son inocuas sino que constituyen un factor de aprendizaje en la sexualidad de cada individuo.
Durante el comienzo de esta etapa los impulsos sexuales suelen ser muy vehementes y el chico no está preparado o no puede aún acceder a los juegos sexuales de pareja, por lo que estas prácticas solitarias devienen vía de descarga de tensiones físicas y psicológicas acumuladas, que le permiten una relajación indispensable.
El autoerotismo es una etapa fundamental donde el ser humano aprende a conocer las capacidades erógenas de su cuerpo, ejercita y desarrolla la función del orgasmo y se prepara para el próximo paso: los vínculos de pareja.
LUEGO VENDRÁ LA PRIMERA VEZ
Algo curioso entre los varones es el alto valor que dan muchas veces a sus primeras relaciones sexuales. Para ellos este momento se convierte en una meta que marcará su aceptación y el reconocimiento ante todos de que «ya soy un hombre».
Aunque la edad promedio de iniciación entre ellos está alrededor de los 15 años, esto no significa una frustración para quienes, pasada esa edad, no han experimentado su primera relación.
«Este hecho no tiene fecha límite. Todos los seres humanos somos diferentes en cuanto a caracteres. Hay quienes son más tímidos y les cuesta más trabajo socializar y entablar las relaciones, pero ello no implica trastornos sexuales a largo plazo o ser menos hombres», destacó el doctor Bequer.
Sin embargo, quienes comienzan muy tempranamente tienen mayor riesgo de promiscuidad y por tanto de contraer enfermedades de transmisión sexual o embarazarse.
En estos casos es necesaria una correcta orientación preventiva pues los adolescentes tienden a ser inestables porque están en un período de descubrimiento y conformación de su personalidad y cambian constantemente de parejas.


CRECER SIN CENSURAS


Estilos educativos autoritarios, el proteccionismo, la ignorancia o la negación de las naturales ansias de libertad y autonomía, impiden una iniciación feliz en la vida sexual del adolescente.
El sentimiento y la necesidad de independencia y autodeterminación que caracteriza su desarrollo y lo motiva a buscar la satisfacción de sus necesidades entre sus semejantes son mecanismos indispensables para su maduración psicológica y social.
Solo en la medida en que logren dar poco a poco aquellos pasos existenciales que les permitan adquirir los conocimientos, capacidades, y habilidades que lo preparen para una vida autónoma, podrán acceder plenamente a la adultez.
¿Existe la homosexualidad en la infancia?
Por Antonio Medina
Pero si este estereotipo no es el “correcto”, estamos fuera de los parámetros impuestos por la cultura y, por lo tanto, seremos inadaptados y traeremos un signo que nos estigmatice y nos haga vulnerables a la violencia y el rechazo.
La homosexualidad en la infancia es muy poco estudiada. En las referencias bibliográficas regularmente se habla de sexualidad infantil, pero es difícil encontrar un apartado que sea específico y contundente, por lo que recurrimos a algunos especialistas de la sexualidad para conocer más de este controvertido tema.
El testimonio
“Los hombres son feos, fuertes y formales”, fue el consejo que le dio su papá a Pepe desde pequeñito. Cuando iba en segundo de primaria, su padre le decía: ¡Qué paso, hijo! ¿Cuántas novias tienes? ¿Juegas con sus “cositas”?
Pepe sabía a qué “cositas” se refería su papá, pero siempre le respondía que sí, ya que al escucharlo el señor mostraba satisfacción. Pero las “cositas” con las que Pepe jugaba no eran las que el papá creía, sino las Barbies rubias que compartía con sus amiguitas en el recreo.
Después de haber sorteado muchos problemas con sus compañeros de primaria por ser “mariquita”, Pepe se enfrentó a un gran reto: el amor por su amigo Rafael, quien le había ganado a todos en las peleas del recreo. Rafa fue el único amigo de Pepe hasta quinto año y quien lo defendió de los agresores.
Pepe sentía algo muy especial por Rafa. No era el agradecimiento por las apoteósicas riñas que sorteó por él, sino sus ojos verdes y su piel apiñonada, que le provocaban un vacío en el estómago y que no comprendía.
Rafa se cambió de escuela y Pepe tuvo que enfrentar solo a tres niños que lo atajaron afuera de la escuela, le quitaron la mochila, lo aventaron al suelo, lo patearon, lo golpearon y uno de ellos le enterró un lápiz entre las nalgas. Pepe permaneció tirado unos minutos sin percatarse que había sido observado por varios de sus compañeros y algunas mamás que, como ahora piensa José, “hicieron caso omiso por tratarse del mariconcito repugnante”.
Se fue a casa. se quitó el uniforme, se cambió de ropa e intentó borrar la sangre y el lodo de la vestimenta escolar. De la herida de lápiz, que por suerte no fue profunda, no quiso saber más y se aguantó hasta que el dolor fue desapareciendo con los días.
Esa tarde lloró y lloró, no sólo por lo que le había pasado, también por la ausencia de su amigo Rafa. Tuvo mucho miedo de saber que en la secundaría se iba a enfrentar con otros niños más grandes que los de la primaria.
En ese mar de angustias e incertidumbre, su mamá irrumpió en su cuarto y le preguntó: ¿Por qué estás llorando? Pepe respondió de manera torpe y con los ojos hinchados... “Ah, bueno... es que estoy muy triste de que ya no voy a ver a mis amigos de la primaria”.
Con un gesto de comprensión y convencida de que su hijo estaba en una etapa natural de nostalgia por el cambio, solo le respondió: “¡Ay mi amor, no te preocupes! La secundaria es más bonita que la primaria. Ya verás que ahí también vas a tener muchos amiguitos y hasta novias. ¡Ya verás…!
Quince años más tarde, José Ángel explica a Homópolis que sin duda ya sabía que no era como los demás niños, que tenía una forma diferente de ser y de sentir, aunque no podía precisar exactamente qué era. Lo que sí sabía era que por ser así, su papá y su mamá se enojaban mucho y que los demás niños no lo querían y por eso lo agredían.
La orientación sexual está del ombligo para arriba Los niños exploran su cuerpo, juegan con él y sienten placer, pero además se enamoran. La orientación sexual no tiene nada que ver con la genitalidad, sino con el enamoramiento y la atracción. Una persona puede no haber tenido relaciones sexuales, pero eso no impide que sepa si le gustan hombres, mujeres o ambos.
La orientación sexual está del ombligo para arriba, afirma la sexóloga Rinna Riesenfeld , autora del libro “Papá Mamá, soy Gay”, quien señala que l a inmensa mayoría de la gente descubre su orientación sexual a edades muy tempranas. Inclusive, señala, ya tienen prácticas sexuales, pero no con la genitalidad con la que la concebimos los adultos, sino a manera de juego con otros infantes.
No se ha comprobado si la homosexualidad es genética, pero es un hecho que no “se pega”. Entonces ¿De dónde rayos aprende un niño a ser homosexual, si todo su entorno está encaminado hacia la heterosexualidad (la escuela, la familia, lo que ve en la televisión)? ¿Dónde lo aprendieron?
En ninguna parte, responde Rinna Riesenfeld, quien agrega: “El sentimiento está ahí. Nuestro problema es que tratamos de reprimir la experiencia humana. Si en lugar de reprimir, tratáramos de entender, saber de qué se trata, podríamos aprender más y vivir mejor”.
Invisible, la homosexualidad en la infancia No hay ningún elemento durante la infancia que pudiera ser evidencia de que un niño o niña pueda ser homosexual en la edad adulta. Muy probablemente, la preferencia homosexual (y para tal caso la bisexual y la heterosexual) se define en un periodo perinatal. Hasta ahí llegaron las investigaciones de Bell y Weinberg.
Estudios posteriores dicen que hay un factor constitucional, original, que al nacer ya nos predetermina a ser “buga”, “bi” u “homo”, pero no niegan la influencia social. Un(a) niño no sabe si es gay, no lo puede procesar, pero la gente de afuera tampoco lo sabe. Por eso, el tema de la homosexualidad infantil es invisible y, hasta hoy, no podemos hablar de niños o niñas homosexuales.
Juan Luis Álvarez Gayou, director general del Instituto Mexicano de Sexología, asegura que no existe ningún factor determinante para saber si un niño es homosexual o no, o si en el futuro lo será.
Subraya que si bien existen niños determinados para ser homosexuales, que se van a manifestar como tales de adultos, no hay modo de definirlo.
Si la creencia generalizada es que los niños homosexuales son amanerados, pues sí, los hay, pero no necesariamente son homosexuales o no necesariamente lo serán en la adultez.
Al parecer, puntualiza, la preferencia sexual parece indicar que está predeterminada. Los estudios sobre la genética se encaminan en ese sentido, aunque aún no se puede constatar al cien por ciento. Lo que sí podemos asegurar es que la influencia sociocultural no cambia la preferencia.
Indefensión, vulnerabilidad y violencia La violencia hacia los niños con comportamientos genéricos contrarios a lo socialmente establecido es mayor a la que se ejerce contra los menores que presentan “conducta heterosexual”.
Juan Esteban, de 11 años, fue golpeado por su tío Manuel, de 23, por haberle dicho que le gustaban más las telenovelas que el fútbol. “Me sacó de quicio, no resistí más y me lo madrié. Me dio mucho coraje ver que ya desde chiquito anduviera de pinche joto”, dijo el tío.
El menor perdió su ojo derecho como resultado de la golpiza. Casos como éste son muy comunes, pero las denuncias son apenas un tímido reflejo de la realidad, ya que la gente no demanda por vergüenza y prefiere acallar la situación a pesar del dolor y trauma del infante, afirma Bárbara Illán, directora de la oficina de Atención a Víctimas de Delito de la Procuraduría General de Justicia del DF.
Juan Luis Álvarez Gayou considera que a los niños “amanerados” y a las niñas ‘machorras' se les debe ayudar a adquirir estrategias de defensa que les permita enfrentar las agresiones de su entorno.
Para ello sugiere la educación de la sexualidad, que no es sólo hablar de los aparatos reproductivos o de cómo se hacen los bebés. “Es hablarles de cuatro valores básicos: diversidad, respeto, responsabilidad y amor”, enfatiza.
El tema de la sexualidad infantil y, específicamente de la homosexualidad, requiere de más estudio y sensibilización hacia maestros, padres y madres de familia, ya que su incomprensión es motivo de rechazo y violencia contra los menores, lo que repercutirá en su sano desarrollo, autoestima, seguridad y confianza durante su vida adulta.
“Cuando aprendes a vivir con la desconfianza de que los demás te van a rechazar por ser amanerado, aprendes también a defenderte y a sobrevivir. Por eso, los niños que llegan a adultos homosexuales con una vida equilibrada y funcional, luego de haber sido agredidos, son sobrevivientes.
“Yo me considero así y ahora me valoro, me quiero y no acepto que nadie me discrimine ni me haga daño, ya sean familiares u otras personas”, concluye José Ángel, químico fármaco biólogo de 26 años, quien junto con Alejandro, su pareja, fue becado por el Conacyt en la Universidad de Berlín, Alemania.
Conocer más a nuestros hijos
Dos libros imprescindibles, Mensajes a los padres (es su cuarta edición) y Los niños enseñan, de la reconocida psiquiatra infanto-juvenil Elsa Gutiérrez Baró, acaban de entrar en circulación, ambos publicados en la Colección Guía para la Familia de la Editorial Científico-Técnica.
Esta edición de Mensajes... actualizada por la autora y en la que aparecen dos nuevos capítulos, La adopción y Homosexualidad, va dirigida al enriquecimiento cultural de los padres que tienen que enfrentar, con seriedad, firmeza y amor, la formación de los hijos.Las situaciones que surgen con frecuencia en las relaciones entre padres e hijos en el seno familiar, y también en el contexto social, son abordadas con amenidad y sabiduría por la profesora Gutiérrez Baró, directora de la Clínica del Adolescente, quien revela que después de escuchar, durante más de 40 años las quejas, confidencias y reflexiones acerca de lo que sienten y tienen que enfrentar las personas en esta vida, "pocas cosas me causan asombro".Nada esencial escapa a la mirada escrutadora de la científica cubana: desde el tema de la familia, el juego, los hermanos, la disciplina y la autoridad, la importancia de la confianza y el respeto mutuos, hasta la escuela, la sexualidad infantil —¡ni cigüeñas ni París!; de su mamá—, la adolescencia, el amor, entre otros,Por su parte, Los niños enseñan recoge diez historias reales de niños y adolescentes enfrentados a diferentes avatares y adversas circunstancias, y nos muestra cómo la comprensión y ayuda oportuna de los especialistas son capaces de transformar el rumbo de esas vidas y las de sus padres.En el prólogo de esta obra se subraya cómo la labor terapéutica de la autora hace aparecer, tras cada una de las historias contadas, el mal funcionamiento y la violencia familiar, la falta de atención o de amor, la incomprensión y la mala comunicación con nuestros hijos.La lectura de Mensajes a los padres y Los niños enseñan nos sumerge y hace vivir en el mundo infantil y del adolescente, y nos convoca sobre todo a reflexionar para que no nos ofendamos ni molestemos, sino conversemos con ellos y los ayudemos, cuando los veamos tristes o deprimidos, o se muestren irritables, retadores y desconsiderados...